El
actor Serge Tanneur (Fabrice Luchini, Las
chicas de la sexta planta) abandonó el mundo del espectáculo y la vida
social parisina para mudarse a la Isla de Ré y vivir como un ermitaño. Años más
tarde, un actor de series de televisión, Gauthier Valence (Lambert Wilson, La princesa de Montpensier), con un
físico envidiable pese a la edad, quiere estrenar en el teatro El misántropo de Molière, y le ofrece a
Serge el papel principal de Alcestes, en el convencimiento de que sería el
mejor intérprete imaginable para el siglo XXI, teniendo en cuenta su desprecio
por todas las “trampas” de la sociedad de consumo, desde el teléfono móvil
hasta el jacuzzi. Serge le propone a Gauthier cinco días de ensayo para saber
si quiere hacerlo. Los dos actores se miden y se desafían durante un par de
horas, compartiendo el placer de actuar juntos e incluso el de discrepar
continuamente.
Molière en bicicleta (Alceste à bicyclette), dirigida por Philippe le Guay (Le petit Nicolas, Las chicas de la sexta planta )es una diálogo
interminable entre dos buenos actores – Lambert mejor que Fabrice- que
consiguen hacer digerible una comedia dramática poco más que discreta, pese a
algunas salidas histriónicas de Fabrice Luchini sobreactuando.
Hermosos
textos de Molière para dos personajes con el ego desbocado, que se mueven por
las callejas de mansiones recónditas y entre los indolentes pobladores de un
lugar idílico, donde parece que no cuesta nada soñar un satisfactorio retiro. Y
donde los mayores pueden (y de hecho lo hacen) moverse en bicicleta sin temor a
que les atropelle un vehículo más rápido.
Molière en bicicleta –que se estrena en
España el 25 de abril de 2014- no es la adaptación cinematográfica de una obra
de teatro sino un ejercicio de estilo sobre el rol de los actores, ese don que
les permite transformarse –durante dos horas en lo alto de un tablado- en otro
completamente distinto.
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