Los caminos de la seducción son
imprevisibles
En
esta semana en que comienza mayo de 2014, y justamente porque el jueves se
celebra en todo el mundo la Fiesta del Trabajo y el viernes Madrid recuerda con
fiestas el levantamiento de su pueblo contra el invasor francés (1808) y el
comienzo de la conocida como Guerra de la Independencia, los estrenos
cinematográficos se adelantan del tradicional viernes al miércoles. Por tanto, The Lunchbox, igual que otra media
docena de películas, algunas francamente recomendables, llegan a nuestras pantallas
el 30 de abril.
Sencillo
y eficaz, The Lunchbox, la caja del
almuerzo, primer largometraje del indio Ritesh Batra autor
hasta ahora de documentales, es la entrañable historia de una relación
sentimental nacida de un error. Un fallo en el muy eficaz servicio de reparto
de las cajas que contienen el almuerzo de los trabajadores de Bombay, pone en
relación a una joven ama de casa con un contable a punto de jubilarse. Las
“lunchboxes” no son elementos del folklore indio sino una forma de organización
doméstica. Cada día, decenas de miles de mujeres preparan en hogares y
restaurantes familiares la comida que los dabbawallahs
(repartidores) llevarán, en cajitas apiladas, caliente y a la hora exacta en
que la ciudad se para el almuerzo cotidiano, a otros tantos empleados y
funcionarios de la ciudad. El trabajo de entrega y recogida de las cajas ocupa
a no menos de 5.000 ciudadanos de Bombay diariamente y es un modelo de
organización en el que se cometen muy pocos errores: uno entre un millón, según
estudios de la Universidad de Harvard. (Dominique Widemann, L’Humanité).
La
mujer, que se siente abandonada por su marido, intenta reconquistarlo
preparando los mejores almuerzos imaginables y cada tarde, se sorprende cuando
él, al regresar, no se los elogia. Por su parte, el hombre solitario y en el
declive de la vida, comprende enseguida que se trata de un error y sabe que también
ella se ha dado porque ha deslizado una nota que es el principio de una
correspondencia “clandestina”. Sin llegar a conocerse, una serie de notas
intercambiadas junto con el paquete de la comida, llevan al hombre a inventarse
una historia de pareja.
La
peripecia de esta comedia romántica, sentimental y encantadora, salpicada con
algunos momentos de un humor muy personal, que cuenta con dos protagonistas
entrañables, es como la botella que el náufrago lanza al mar embravecido con la
secreta esperanza que de facilite su salvación, y tiene de fondo la clase
popular de un país, India, en plena evolución económica y sociológica, en
franca carrera hacia la modernidad, pero donde todavía persisten muchas
tradiciones y no pocas nostalgias (la tía/vecina del piso de arriba es un buen
ejemplar).
Algunos
críticos internacionales han querido ver en The
Lunchbox una decidida ruptura del realizador Ritesh Batra con el cine
comercial, dulzón y adornado con lentejuelas centelleantes de Bollywood. Muy
lejos de esa industria, y localizada en el ambiente de la clase media de
Bombay, la película muestra los contrastes entre esa modernidad que está
alcanzando a gran velocidad y los vestigios de antiguas formas de vida
puntuadas por canciones y series de televisión completamente pasadas de moda.
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