Las
autoridades chinas tienen las manos manchadas de sangre
La militante de los derechos humanos china
Cao Shunli falleció el 14 de marzo de 2014, cuando llevaba cinco días detenida,
a consecuencia de la negativa de las autoridades a proporcionarle el
tratamiento médico que necesitaba, informa Amnistía Internacional (AI). A Cao
Shunli, presa de conciencia, la habían detenido únicamente por su actividad
militante pacífica.
Cao
Shunli tenía 52 años y había sido trasladada de urgencia a un hospital de
Pekín, cuando llevaba cinco días detenida. Su familia había pedido varias veces
que se le facilitara el tratamiento médico que seguía, a causa de unos
problemas de salud graves: Cao Shunli sufría de tuberculosis en ambos pulmones,
cirrosis hepática y fibromas uterinos. Las autoridades ni siquiera habían
contestado a las demandas.
«La
muerte de Cao Shunli pone de manifiesto la indiferencia y el espíritu
calculador de las autoridades chinas, que están dispuestas a todo para
silenciar a las voces críticas. Ahora, esas autoridades tienen las manos
manchadas de sangre”, ha dicho Ana Kultalahti,
investigadora de AI.
Cao
Shunli había puesto en marcha una campaña para conseguir que otros militantes
participaran en la redacción de un informe nacional que iban a enviar al
Consejo de los Derechos Humanos de Naciones Unidas, para su inclusión en el
Examen Periódico Universal que esa instancia internacional efectúa anualmente,
así como en la redacción del Plan de Acción Nacional por los derechos Humanos
en China.
La
policía la detuvo en septiembre de 2013, en el aeropuerto de Pekín, cuando
pretendía viajar a Ginebra para asistir a un programa de formación sobre
derechos humanos, en la sede de la ONU. Estaba acusada de «intentar provocar
conflictos y alteraciones del orden público», al parecer por organizar una
sentada delante del ministerio de Asuntos Exteriores. Esta es una acusación a
la que recurren con frecuencia el régimen chino para silenciar a los defensores
de los derechos humanos, y a las personas críticas con el gobierno.
“Cao Shunli era una mujer valiente que llegó
hasta el final en su lucha por los derechos humanos en China. Nunca debieron
detenerla, pero negarle el tratamiento que necesitaba es un acto de barbarie”, ha añadido Ana Kultalahti.
Según
el comunicado de AI, en los últimos meses también se han negado a proporcionar
medicamentos a otros reconocidos militantes como Liu Xia, la esposa del Premio
Nobel de la Paz Liu Xiaobo, actualmente encarcelado. A Liu Xia, quien continúa
ilegalmente en arresto domiciliario, le han negado tratamiento para un grave
problema cardiaco y “su estado de salud es muy preocupante”, asegura AI.
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