La película “Yana-Wara” – que participa representando a Perú en la competición por el Oscar a la mejor producción internacional, y también participa en la carrera por el Goya al mejor largometraje iberoamericano-, rodada en lengua aymara y co-dirigida por Oscar y Tito Catacora (“Wiñaypacha”, “Pakucha”) –sobrino y tío respectivamente- es un drama social con elementos sobrenaturales que nos cerca a la visión de la vida, la muerte y los misterios de la cosmovisión del universo aymara, relatando la historia de don Evaristo, un anciano de ochenta año9s acusado de matar a su nieta por compasión.
Basada en una idea original de Óscar Catacora, filmada en blanco y negro en escenarios naturales de Conduriri
en El Collao, Puno, en Perú —un lugar a casi 4.000 metros de altitud
próximo al lago Titicaca—, con actores no profesionales está protagonizada por la
debutante Luz Diana Mamami,
a la que acompañan Cecilio
Quispe, Juan, Choquehuanca, Irma D.
Percca y José D.
Calisaya.
“Yana-Wara” está
inspirada en las creencias,
testimonios y mitos acerca de la fuerza de la naturaleza y las presencias
positivas y negativas que
rigen la vida de las comunidades altoandinas; la existencia de
maldiciones que surgen cuando se rompe el orden cósmico y aparecen entes
malignos como el Anchanchu, que habita en las cuevas, y la Malahora, tiempo
siniestro que trae desgracias que destruyen y castigan.
“Yana-Wara” obtuvo el Premio a
Mejor Película peruana en la 9ª Semana del Cine Universidad de Lima y se alzó con una Mención de Honor como Mejor
Película Peruana en el 27 Festival
de Cine de Lima. Además, ganó los premios a Mejor Película, Mejor Dirección y
Mejor Guion de la crítica peruana (APRECI), participó en la
Selección Oficial del 42° Festival
Cinematográfico Internacional de Uruguay y fue la película
inaugural en el 20 Festival de
Cine de los Derechos Humanos de Bolivia. Asimismo ha
participado en el 34º Montreal
First Peoples Festival, en el 17° Festival del Cine Español y Latinoamericano
de Roma, en Italia; y en el Festival de Cine Latinoamericano de Tubingen 2024, en
Alemania.
La justicia comunal acusa a don Evaristo del asesinato de su
nieta Yana-Wara, de 13 años. En las casi dos horas de película, que describe el
desarrollo de la audiencia, el relato de don Evaristo va relatando la trágica
historia de la joven –cuya madre murió al darla a luz y a su padre le mató el
mismo rayo que a ella le privó del
habla-, víctima en la adolescencia de abuso sexual, lo que le
provocó visiones aterradoras que la
comunidad atribuye a la presencia de espíritus malignos que es necesario
exorcizar.
“Yana-Wara” es un relato teñido de fantasía, misticismo y
horror, a causa de un acoso real que convierte a la niña en una víctima de la
familia, diversos curanderos y una justicia que se encuentra ligada a un supuesto destino y se imparte a
base de latigazos. Para salvarla de ese futuro de dolor que le espera –para
entonces, la adolescente ha sido apaleada, torturada y tiene fracturada la
columna vertebral- el abuelo decide acabar con su vida.
En unos parámetros que pueden resultarnos difícilmente
comprensibles a la luz de la cultura occidental, en “Yana-Wara” se habla de
violencia de género, violación, machismo, discriminación, todo desde esa
justicia que es el resultado de una mezcla de creencias y culturas.
Oscar Catacora (“Wiñaypacha”) –fallecido en 2021, una semana
después de comenzar el rodaje de “Yana-Wara”-, de origen aymara, se dio a
conocer en 2018 con “Eternity”, la primera película rodada en lengua aymara y
candidata al Oscar de aquel año. De finalizar este segundo largometraje del
autor se ha encargado su tío, Tito Catacora , realizador, guionista y
productor, doctor en educación intercultural y profesor de esta especialidad
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