“Hugh Grant, quien comenzó su carrera en el género de horror en 1988 con ‘La guarida del gusano blanco’ de Ken Russell, se encuentra muy cómodo en su papel de falso amable, personaje al que aporta su encanto, sus buenas maneras y esa locura en la mirada. Un aspecto oscuro que le va muy bien” (Le point)
Con un Hugh Grant de 64 años espeluznante e inesperado como virtuoso de la ambigüedad, muy lejos de los pegajosos papeles de seductor en comedias románticas de escaso interés de los años 1990, “Heretic” (Hereje), terror del bueno, del que da realmente miedo, es una película que va a encantar a los habituales del género, escrita y dirigida por la pareja Scott Beck y Bryan WoodsTras (“Hereditary”, “Midsommar”, “Háblame” y la serie de 2019 “Un lugar tranquilo”).
El británico Hugh Grant (Cuatro bodas y un funeral”,
“Love Actually”, “Bridget Jones·), que carga con el peso de un relato que juega
todo el tiempo con la inminencia del peligro, muestra en “Heretic” (hereje) unas ignoradas dotes de actor dramático al
meterse en la piel de un escéptico diablo, un peligroso psicópata, al que
acompañan las jóvenes “promesas” estadounidenses Sophie Tatcher (“The
Boogeyman”, "Yellowjackets") y Chloe East (“Los Fabelman”, "Genera+ion"), interpretando a dos
misioneras que llaman a la puerta equivocada en busca de un nuevo adepto y –se
veía venir- se convierten en sus víctimas.
Como modernas caperucitas, dos jóvenes religiosas
mormonas acuden en bicicleta al domicilio -una triste y deslavazada villa en
medio de ninguna parte- de un hombre que
asegura estar dispuesto a convertirse. El tipo inspira confianza y las misioneras
aceptan su invitación a entrar y compartir una tarta de arándanos que
supuestamente está cocinando la señora de la casa. Entre los tres da comienzo un
juego perverso mientras fuera se sucede una larga noche de tormenta. En el
decorado de dos habitaciones de una casa aislada, cada luz y cada sombra
adquieren aspectos amenazantes lo mismo que el hombre, el lobo de este cuento, quien parece amenazador sin serlo realmente,
lo que contribuye a ir aumentando la incomodidad y la tensión del espectador.
“Heretic” cuestiona con frialdad cruel la religión, y
también la fe –el supuesto converso demuestra por ejemplo que el juego del Monopoly
y el monoteísmo son dos caras de una enorme superchería-, colocando en el mismo
plano tanto la existencia como la inexistencia de Dios; paradoja esta última
que, en los primeros años de la transición española, los antiguos militantes
del anarquismo local se empeñaban en explicar a todo el mundo, y especialmente
a las parejas de “testigos” que en aquel tiempo se pateaban las ciudades
buscando a quien “convertir”, exactamente igual que las chicas de esta
película, con una carpeta llena de promesas de un futuro feliz en otra
dimensión.
“En la era de la post-verdad, todos somos herejes de
algo” (ecranlarge.com). Decir que nos
hemos topado con un Hugh Grant cuyas cualidades dramáticas ignorábamos, quien
hace una brillante creación del triunfo del mal sobre el bien en un thriller
rotundamente ateo – ·que establece un paralelismo entre el cine de horror y la
hipocresía del dogma religioso” (Nouvel Obs)-, no significa
que estemos ante una buena película: tenemos una primera parte bastante lúdica,
durante la cual el “demonio” se dedica a desmontar los argumentos de las
misioneras, seguida de un final que pasa por la caricatura para terminar en lo grotesco.
.«Con ‘Heretic’ (1) –dicen los guionistas y
realizadores Beck y Woods- , queríamos provocar a nuestro público. Nos pareció que sería interesante escribir
escenas en las que el miedo surgiera de los diálogos, por las palabras que se
utilizaban y las ideas que se planteaban (…). Sabíamos que si lográbamos
nuestro objetivo, el público se enfrentaría a la película de forma diferente
según sus propias creencias».
(1) Debido a las festividades navideñas los
estrenos de las dos semanas se han trasladado del viernes al miércoles. “Heretic”
estará en cartelera en Madrid a partir del día de Año Nuevo, 1 de enero de
2025.
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