viernes, 20 de mayo de 2016

Las estaciones: el himno a la vida salvaje de Jacques Perrin


Tras recorrer el globo a vista de pájaro con las aves migratorias (“Nómadas del viento”) y navegar en todos los océanos junto a las ballenas y las rayas manta (“Océanos”), Jacques Perrin y Jacques Cluzaud regresan a las pantallas grandes con un maravilloso documental, esta vez sobre unas tierras que resultan más familiares al espectador, en un viaje a través del tiempo para redescubrir los territorios europeos que compartimos con los animales desde la última era glacial hasta este siglo XXI.

El invierno duraba ya 80.000 años cuando, en un momento dado y en muy poco tiempo, el planeta tierra se giró levemente hacia el sol, los hielos se fundieron, desaparecieron los glaciares, el suelo revivió y un inmenso bosque creció en nuestro continente. La nueva configuración planetaria lo cambió todo: comenzó el ciclo de las estaciones, el paisaje se metamorfoseó y la fauna y la flora evolucionaron. A una interminable Edad del Hielo sucedió un exuberante bosque verde y después, bajo el impulso del hombre nuevo, el Homo Sapiens, un campo fértil y risueño. Así empezó la historia…

Y así comienza la película documental “Las estaciones”, el manifiesto de unos enamorados del bosque, una epopeya que relata la larga y no siempre amistosa historia común del hombre y los animales. Un cuento excepcional «que invita a la reflexión», mucho más en estos tiempos de cambios climáticos y desaparición de especies. Una película ecologista y militante.

Inspirándose en los últimos descubrimientos científicos en etología (El estudio del comportamiento de las distintas especies animales) y reflexionando sobre la relación del hombre con las otras especies, los autores han elegido contar la historia desde el punto de vista de los animales (de hecho, en esta historia el hombre es poco más que una figura desdibujada que aparece y desaparece entre los árboles y las sombras), auténticos protagonistas que llenan la pantalla y, gracias a imágenes de una belleza que corta el aliento y a un “montaje sutil y malicioso que prima la expresividad animal”, establecen la inevitable corriente de empatía con el espectador que realmente se siente “próximo”.

Las estaciones es un intento de describir lo maravilloso de la naturaleza, la poesía de los comportamientos, la lección de ecología que nos dan esos otros seres -mínimos y auténticos supervivientes o grandes y prepotentes- “impulsándonos a defenderlo”. Didáctico y más que apropiado para verlo en familia, el documental “Las estaciones” explica 20 millones de vidas animales en los bosques europeos. “Es la historia de unos seres vivos que, desde hace miles de años, intentan sobrevivir adaptándose a las estaciones y los cambios climáticos”.

Rodado en el norte de Noruega y en Europa del Este durante año y medio “sin efectos especiales”, los 20.000 años que cuenta se pasan en poco más de hora y media como un paseo por el bosque en una tarde de otoño. “Quería hacer un himno a la vida”, ha dicho Jacques Perrin en una entrevista. Y para ello eligió el “casting más hermoso del año”: osos que se pelean jugando, crías de pájaros que caen del nido como en una película de dibujos animados, ocas cenicientas, jabatos, encantadoras ardillas que cascan bellotas y nueces, marmotas que despiertan con el primer rayo de sol, castores infatigables, estampidas de musculosos y bellísimos caballos que escapan de las jaurías de lobos, lobos que van desapareciendo para transformarse en pastores de rebaños y guardianes de hogares …la película termina recordando la forma en que el hombre se ha ido cargando progresivamente tanta maravilla.

El documental “Las estaciones” se estrena en España, narrado por la actriz Elena Anaya, coincidiendo con el 21 de mayo, el Día Europeo de la Red Natura 2000, un organismo de la Unión Europea que pretende concienciar a los ciudadanos del Viejo Continente sobre la importancia de preservar la biodiversidad y conservar la naturaleza, y que tiene censados 27.000 espacios protegidos (de los que 1.467 se encuentran en nuestro país), que abarca más de un millón de kilómetros cuadrados.

El hoy productor y realizador Jacques Perrin fue uno de los actores fetiche de las adolescentes francesas -y algunas otras europeas, entre las que me cuento- en los años 1960. Rubio y guapísimo, fue el Lorenzo de “La ragazza con la valigia”, de Valerio Zurlini (1962), junto a una Claudia Cardinale casi debutante; el marino Maxence -que recorría el mundo en busca de amor- de “Les demoiselles de Rochefort”, de Jacques Demy (1967), junto a las bellezas irrepetibles de Catherine Deneuve y Françoise D’Orleac; el periodista y fotógrafo de “Z”, de Costa Gavras (1969), ganadora del Premio del Jurado en Cannes y del Globo de Oro y el Oscar a la mejor película extranjera del año, donde compartió protagonismo con un puñado de grandes intérpretes: Jean-Louis Trintignant, Yves Montad, Renato Salvatori, Irene Papas, Magali Nöel … Antes había aparecido en “Les tricheurs”, de Marcel Carné, atravesando la pantalla en una Vespa, y en “La verité”, de Henri-Georges Clouzot. En “Z” se estrenó como productor y volvió a repetir con Costa-Gavras en “Estado de sitio”. Desde entonces, la naturaleza ha acaparado sus trabajos, tanto de productor como de director.

No hay comentarios:

Publicar un comentario