jueves, 12 de mayo de 2016

“El hombre perfecto” …aunque no tanto



¿Quién decide cambiar los títulos de las películas? ¿El distribuidor, el exhibidor, algún genio del marketing y la comunicación o un tipo que pasaba por allí vendiendo ideas brillantes? Pregunto y me contesta quien sabe: “La distribuidora, siempre es la distribuidora”.

Pues entonces es la distribuidora la que, a veces, se equivoca. Todo esto viene a cuento de la película francesa “El hombre perfecto”, originalmente “Un hombre ideal” (en francés, claro). Me pregunta un colega con retintín: “¿Existe el hombre perfecto?” “No -le respondo-, pero en cambio sí existe el hombre ideal. Muchos, uno para cada un@”.

Con un cierto aroma a déjà vu (hay, al menos, otros dos filmes recientes sobre escritores noveles que encuentran un manuscrito y se lo apropian), muchos recuerdos (¿homenajes?) de películas archifamosas como “A pleno sol” (René Clément, 1960) y “La piscina” (Jacques Deray, 1969), y un aire Delon o Ronet en el protagonista (¡aquellos jerseys polo Lacoste azul marino, con el cuello subido, que llevaban los pijos de los ’60!), “El hombre perfecto” es un thriller en torno a un personaje que tiene más vidas que un gato, escritor frustrado, impostor, capaz de todo por los cinco minutos de gloria que -se supone- todos deberíamos disfrutar algún día.

Dirigida por Yann Gozlan (“Captifs”) está protagonizada por el miembro de la Comedie Française Pierre Niney (“20 años no importan”, “Yves Saint Laurent”) y Ana Girardot (“Escobar, paraíso perdido”, “Le Beau Monde”, nada que ver con la irrepetible Annie Girardot).

Mathieu, de 25 años, trabaja como mozo de carga en la empresa de su tío, dedicada a vaciar pisos de personas que han fallecido, pero su aspiración es convertirse en novelista. Un deseo frustrado cuando las editoriales le devuelven los originales, adjuntando una nota de que no les interesa. Pero su suerte cambia cuando encuentra el cuaderno manuscrito de un viejo solitario que acaba de morir, y que relata el tiempo que fue soldado en la guerra de Argelia. Mathieu añade su firma al texto, le pone un título y esta vez sí: una editorial se interesa, le hace un buen lanzamiento y convierte al autor en la estrella mediática que quería ser. Incluso consigue un prestigioso premio de alcance nacional.

Mientras los editores esperan la llegada de una segunda novela, y después de conocer a Alice, una hermosa e intelectual joven perteneciente a la alta burguesía, para preservar su secreto Mathieu acaba cayendo en su propia trampa y se mete en una espiral de mentiras y traiciones que terminan convirtiéndole en criminal, cuando cae en manos de un chantajista.

Thriller clásico y poco creíble al que no falta nada: pesadillas nocturnas, sangre abundante, atracos y ataques fingidos, coches de alta gama lanzados a toda velocidad por la curvilínea carretera que bordea el mar en la Costa Azul, un cadáver escondido primero en un armario y luego arrojado al mar…un guión en el que aparecen muchas pistas falsas que -ya no estamos en los ’60- la policía científica del siglo XXI descartaría inmediatamente.
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