
En resumen, este es el argumento de
la película “Idol” (Arab Idol), dirigida por el realizador holandés-palestino
Hany Abu-Assad (“Omar”, “Paradise Now”, ambas candidatas a sendos Oscar) y
protagonizada por el joven actor israelí Tawfeek Barhom (“Mis hijos árabes
bailan”, “Enas Allos Kosmos”) que encarna al auténtico ganador del concurso,
Mohammad Assaf.
Aunque basada en una historia real,
antes de comenzar la proyección el autor advierte que la narración está
adornada con escenas “ficticias”, lo que imposibilita saber cuánto hay de
verdad y cuánto de fantasía. Algo que sí es cierto: poco después de su
victoria, Mohammad Assaf fue nombrado embajador de buena voluntad de Naciones
Unidas (ACNUR), con una actividad dedicada especialmente a los refugiados
palestinos.
Y dicho esto, y, añadiendo que se
trata de un relato en positivo, un cuento con final feliz en cuya producción
han participado entre otros los Emiratos Arabes Unidos y Qatar, hay que
destacar que la película tiene dos partes muy diferenciadas, y con muy distinto
interés. La primera, cuando el joven cantor es todavía un niño de 10 años que
comparte sueños con su hermana, algo mayor, y dos amigos, es interesante,
emotiva, muy creíble y con una dosis de dramatismo que llega muy bien al
espectador, precisamente porque se trata de niños.
Capitaneada por Nour, la niña de 12
años, “la banda” se esfuerza por conseguir dinero para comprar instrumentos,
haciendo trabajos para los vecinos y siempre con el futuro triunfo de Mohammad
en el horizonte; esfuerzos realmente elogiables que culminan finalmente en
algunas actuaciones en bodas y celebraciones familiares, y en la aparición de
una especie de mecenas-productor que les enseña lo que no saben del “negocio”,
que es prácticamente todo.
La segunda parte, en cambio, es
solo una sucesión de episodios en escenarios -al tiempo que se produce un
“cambio de look” en el aspirante a ídolo, que no le favorece nada-, totalmente
carentes de interés y que, además, ocultan los inevitables cambios psicológicos
del joven cantante, su manera de encarar las sucesivas victorias, e incluso
pasa de puntillas por las reacciones de familiares y amigos de la Franja,
algunos claramente fundamentalistas y contrarios a cosas como la música, los
bailes, etc.
No hay comentarios:
Publicar un comentario