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Captura de pantalla del vídeo de Yulia Navalnaya |
Yulia Navalnaya, la viuda del opositor ruso Alexéi Navalni, asegura tener pruebas de que su marido murió envenenado en la cárcel. Em declaraciones efectuadas el miércoles 17 de septiembre de 2025, Yulia Navalnaya aseguró que las priebas realizadas por dos laboratorios independientes extranjeros demuestran que el activista ruso, principal opositor de Vladimir Putin, fue envenenado en la prisión siberiana del Círculo Polar Artico donde oficialmente falleció repentinamente el 16 de febrero de 2024, cuando contaba 47 años de edad.
No es la primera vez que yulua Navalnaya acusa al estado ruso, y
directamente a su presidente Vladimir Putin, de oganizar y ejecutar el
asesinato de su marido; acusaciones que el Kremlin siempre ha negado. En un
vídeo publicado en la red social X, Navalnaya cuenta que material biológico de
su marido fue enviado clandestinamente a dos países extranjeros en 2024, donde
dos laboratorios diferentes llegaron a la misma conclusión: “Alexei Navalmy murió
asesinado. Más concretamente fue envenenado”, y exigió que esos laboratorios
hagan públicos los resultados” de lo que dijo es “una verdad incómoda”: se
trata de resultados de importancia pública y deben publicarse. Todo el mundo
merece saber la verdad”
En el vídeo leyó también la última carta que recibió
de Navalny, en la que afirmaba que las autoridades carcelarias no le hicieron
ningún caso cuando dijo que se sentía mal. Los portavoces del Kremlin siempre
han negado las acusaciones de la viuda de Navalny, la figura más importante de
la oposición y la lucha contra la corrupción en Rusia, que califican de
absurdas. El propio presidente Putin ha llegado a asegurar que, antes de la
muerte de Navalny, se habían puesto en marcha planes para canjearlo por presos
rusos que están en poder de Occidente.
La información publicada ayer por el canal Euronews aseguraba que “la visión de Navalny de una ‘hermosa
Rusia del futuro’, en la que los dirigentes sean elegidos de firma libre y
justa, se reprima la corrupción y las instituciones funcionen de forma
democrática”, le granjeó muchos apoyos en el país y atrajo a su lado a
activistas jóvenes que formaron un equipo que parecía “una startup de lujo más
que una operación revolucionaria clandestina”, según decía en sus memorias póstumas,
publicadas ocho meses después de su muerte con el título de “Patriota”.
La misma información asegura que fue el hecho de que
Navalny aspirara a ocupar un cargo público lo que motivó que las autoridades
presentaran diversos cargos contra él, sus compañeros e incluso sus familiares,
y de que fuera encarcelado frecuentemente. En 2013 quedó segundo en la carrera
por la alcaldía de Moscú, en medio de acusaciones de compra de votos, y en 2017
anunció que pensaba presentarse a la presidencia del país, para lo cual
organizó una red de oficinas regionales, aunque finalmente le prohibieron
presentarse.
En 2020 Navalny
fue envenenado con Novitchok, un agente nervioso con el que habían impregnado
su ropa interior: perdió el conocimiento durante un vuelo cuando regresaba de
Siberia, donde había participado en un mitin. Su familia y sus compañeros
consiguieron que fuera trasladado a Alemania, donde estuvo cinco meses en tratamiento.
Bastante recuperado regresó a Rusia donde, a su llegada, fue detenido en el
aeropuerto, y posteriormente juzgado y encarcelado durante los tres últimos
años de su vida.
Oficialmente su muerte se debió a causas
naturales: un repentino aumento de la tensión arterial debido a las muchas
patologías crónicas que padecía. Su madre viajó hasta la prisión del Artico
donde había fallecido, para reclamar que el cuerpo fuera entregado a la familia, encontrándose frente a la negativa de los responsables penitenciarios
que arguyeron la necesidad de investigar las causas de la muerte lo que, según Kira
Yarmysh, portavoz de Navalny en aquel momento, fue una excusa para conservar el
cuerpo hasta que consiguieran borrar las huellas de lo que ya no dudaban en
calificar como “asesinato”. A la madre le entregaron una nota en la que
se decía que Navalny había fallecido “a causa del síndrome de muerte súbita”,
según ha contó en X Ivan Zhdanov,
director de la Fundación anticorrupción creada por el líder fallecido.
Decenas de miles de personas acudieron a sus
funerales en Moscú, el 1 de marzo de 2024, mientras la policía detenía a quienes se acercaban a
depositar ramos de flores en el monumento dedicados a las víctimas de las
purgas y los gulags de la era soviética,
en la Plaza Lubianka. Los informativos televisados de toda Europa aquel 16 de
febrero de 2024 difundieron reportajes en los que se veía a miembros de la
policía de Putin, con ropas de civil, recogiendo por la noche los ramos de
flores, y otros objetos conmemorativos, depositadas por muchos ciudadanos rusos que lamentaban la desaparición del más
importante de los líderes de la oposición, que hasta entonces había conseguido
escapar a las maniobras del dueño del Kremlin para hacerle desaparecer.
Según
Euronews, el grupo OVD-Info, que sdeguía de cerca la represión política en
Rusia, tras la muerte de Alexei Navalny detuvieron al menos a 273 personas en
Moscú y 10 en San Petersburgo, donde un sacerdote celebró un servicio religioso
en memoria de Navalny. En ambas ciudades, así como en otras ciudades del país,
la policía vigilaba los monumentos conmemorativos y fotografiaba a las personas que intentaban acercarse a
ellos.
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