« Yo había dibujado en la
arena /su rostro dulce que me sonreía/ después llovió en la playa/ y ella
desapareció con la tormenta./ Y yo grité “Aline”, para que volviera…”
Christophe en París, 2019 |
Era el mes de julio de 10965. En plena oleada ye-yé,
Christophe, un chico francés rubio, repeinado y guapo, que gritaba por las
playas buscando a Aline, daba con la “canción
del verano” y encabezaba las listas de ventas
en Francia, España, Bélgica, Israel, Turquía y Brasil.
Ahora, 55 años después, el maldito virus se ha llevado este
16 de abril de 2020 a Daniel Bevilacqua, Christophe en el arte, con 74
años, un rostro atravesado por profundas arrugas y larga melena encanecida. Hacía
ya mucho tiempo que Christophe había adoptado una imagen como de cow-boy típico
y tópico, con jeans, botas, chupa de cuero y casi tanta plata en el cuello, las
muñecas y las manos como Johnny Hallyday (fallecido hace un par de años), otro
francés inmortalizado en la mítica portada de 1966 de “Salut les copains”, publicación
que guarda en sus páginas buena parte de la memoria de los grandes de la chanson como Jacques Brel, Juliette
Greco, Serge Gainsbourg, Leó Ferré, Gilbert Becaud, Jacques Dutroc, Sylvie Vartan,
Françoise Hardy, Jacques Brassens, Chales Aznavour, Salvatore Adamo, Claude
François, Mireille Mathieu, Hugues Aufray, Eddie Mitchell, France Gall…
Claro que no todos tienen la misma dimensión artística y personal,
los hay inmensos, inalcanzables por más versiones que se hagan, y luego están los
que, como Christophe, partiendo de un tema muy comercial, convertido en éxito
fulgurante cuando apenas tenía 20 años, han ido madurando y han mantenido un lugar
en la música popular, con algunas incursiones en el jazz, el blues y las
vanguardias, y en la vida social con el reconocimiento de la Legión de Honor de
las Artes.
Daniel Bevilacqua nació en octubre de 1945 en Juvisy-sur-Orge
(Essonne) donde se había instalado su abuelo, emigrante italiano. Interesado
desde muy joven por la música, sus primeros ídolos fueron Edith Piaf y Becaud. Más
tarde descubrió el blues, y la « American way of life » que le llevó
hasta el rock y Elvis Presley. Fue entonces cuando aprendió a tocar la guitarra
y la armónica.
A los 16 años fundó el grupo, "Danny Baby et les
Hooligans". En 1963, después cumplir el servicio militar, inició una
carrera en solitario con el nombre de Christophe. Tras el éxito de la balada « Aline »,
compuso algunos otros números uno como « Las Marionetas », « J’ai
entendu la mer » y « Excuse-moi Monsieur le professeur ».
En una carrera que ha durado más de medio siglo, Christophe ha
entrado muchas veces en las listas de éxitos con temas como “Main dans la main”, “Les mots bleus”, “Los
paraísos perdidos”, “Bevilacqua” o “Merci John”, dedicada a John Lennon. Su tercer gran éxito fue « Succés Fou ».
También coleccionaba automóviles, « se
había cargado un número inimaginable de Ferrari y había escrito “Enzo”, una
canción en homenaje al “Comendatore de Modena”
En 2008, Christophe sacó el álbum « Aimer
ce que nous sommes », y desde entonces contó en su trabajo con la
colaboración de las “ musas
underground y femmes fatales, Isabelle
Adjani, Chrysta Bell, Laetitia Casta, Anna Mouglalis… », escribe hoy su amigo
François Armanet, periodista de L’Obs, . Su último trabajo, « Les Vestiges
du Chaos », publicado en 2016, recibió críticas entusiastas en la prensa
especializada.
“En mi cabeza –confesó hace un tiempo a la revista
Vanity Fair- no soy un cantante; hago pintura, escultura…Para mí, lo que hago
es pintura sonora. A menudo, la gente de mi generación dice que la música de
antes era mejor. No estoy de acuerdo. Yo me reinvento con la tecnología que
tenemos ahora”.
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