« Con el
pretexto de conversaciones chics entre amigos intelectuales, Olivier Assayas nos
da su punto de vista sobre el porvenir del libro, internet, la televisión, las
series, la política y todo lo que puede transitar por la barra de un café
parisino…¿Como será el futuro del libro de papel y del libro digital?, se
pregunta (es el tema principal). Jean Claude Carrière y Umberto Eco ya
disertaron sobre este asunto en « No esperéis desembarazaros de los
libros »… Hace 10 años » (Crítica de
un espectador francés publicada en el digital AlloCine)
En efecto, tal y como dice la publicidad, “la
película “Dobles vidas” de Olivier Assayas (“Paris je t’aime”, “La hora de
verano”, “Personal shopper”, Premio al Mejor Director en el Festival de Cannes
2016), es una “comedia a lo Woody Allen”: como ocurría sobre todo en las
primeras producciones del más neoyorquino de los realizadores estadounidenses,
los protagonistas –Juliette Binoche, Guillaume Canet, Vincent Macaigne, Nora
Hamzawi y Christa Théret-, un grupo de personas que trabajan en el mundo editorial
relacionadas personal y profesionalmente, pasan juntos una gran parte del
tiempo y casi siempre hablando: hablando sin parar, discutiendo, enviándose mensajes
subliminales… Todo perfectamente normal. Cualquiera que tenga amigos parisinos
sabe como son esas cenas interminables.
En este caso, Alain (Guillaume Canet, “Cezane y yo”, “El
gran baño”, “Rock’n’Roll”) es un editor parisino con muchísimas contradicciones:
ama a su mujer Selena (Juliette Binoche,
Oscar 1996 por “El paciente inglés”, “Chocolat”, “Tres colores, Azul”) pero
tiene un lío con su joven asesora de
edición digital, odia el último libro de su amigo Léonard (Vincent Macaigne,
“La batalla de Solferino”, “La chica del 14 de julio”, “Eden”) –quien vive con
Valérie (Nora Hamzawi, “La chica del 14 de julio”, “La ex de mi vida”), que
trabaja como asesora de un político- pero lo publica, siente pasión por las
ediciones antiguas pero no se separa de su lector de eBooks... A su vez, Selena
se siente estancada como actriz en una exitosa serie de televisión pero es
incapaz de dejarlo, al igual que su "affaire" con Léonard.
Todos los personajes, parisinos y
burgueses (“bobos narcissiques”), pontifican sobre la forma en que las redes de
internet y el mundo virtual están transformando nuestras vidas. Las dos horas
de proyección son una única e ininterrumpida reflexión sobre los pros y los
contras de esta tercera revolución industrial que ya se ha adueñado de todos
nosotros. Al tiempo que sus relaciones se complican nos vamos enterando, poco a
poco, de sus “dobles vidas » mientras escuchamos banalidades como
« las nuevas generaciones han crecido con los ordenadores » o
« los tuits son los haikus de hoy en día » , lo que convierte a esta comedia
sentimental en la caricatura de un universo de « modernos », a partir
de los cuales podemos plantear cualquier materia que se preste a la reflexión
porque la llegada de internet ha cambiado sus coordenadas (muy tangencialmente,
uno de los personajes apunta la pérdida de puestos de trabajo que supone, pero
nadie se para a hablar sobre ello).
A partir de un proyecto sobre un editor,
acariciado durante mucho tiempo por el realizador Assayas, “Dobles vidas” se
fue construyendo como « una películas de ideas –dijo a la Agencia
France-Presse cuando se presento en el Festival de Cannes- que evoca el tipo de
diálogos, discursos, dudas, y cuestionamientos que podemos hacernos en torno a
la evolución del mundo contemporáneo”. Assayas, que en su anterior película
–« Personal shopper »- había tratado la soledad contemporánea en un
mundo en los que SMS y los wasaps invaden
nuestra vida, y se han convertido sin quererlo en la forma preferida de
comunicación de mucha gente, sigue por el camino emprendido en busca de
respuestas a los cambios que plantean las modernas comunicaciones, que afectan a
toda nuestra manera de vivir y de mirar el mundo.
“Dobles vidas” plantea un tema sin duda
interesante pero el excesivo individualismo de los personajes le resta lo que
pudiera tener de emoción. Es también el vodevil satírico de ese pequeño mundo
“arrogante, egoísta, cínico y falsamente intelectual”, que se mira el ombligo
en la época de los e-books, los blogs y los tuits y que a través de sus historias
de amor denuncian el elitismo que frecuentemente practican esos “artistas”
famosos que desconocen absolutamente en qué consiste el mundo que les rodea.
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