Dirigida
por el guionista y realizador argentino Martin Mauregui (“Carancho”, “7Días
en La Habana”, “El candidato”), protagonizada por Carmen Maura (“Mujeres al
borde de un ataque de nervios”, “Ay Carmela”, ”Las mujeres de la sexta
planta”) y el director y actor argentino
Daniel Hendler (“El candidato”, “Mi primera boda”), y producida por un grupo
que encabeza el director español Juan Antonio Bayona (“El orfanato”, “La
sociedad de la nieve”), la película “Vieja loca” narra
la pesadilla que sufre un hombre tras recibir la llamada desesperada de una
exnovia pidiéndole que vaya a cuidar a su madre senil.
J.A. Bayona explica
así su primera experiencia en el oficio de productor: “Cuando empecé mi
carrera con ‘El orfanato’, Guillermo del Toro la produjo con la condición
de que en el futuro yo apadrinada a otro director (…) Me acerqué al
proyecto para echar una mano pero acabé produciendo. Fue la primera
película que se rodó en Argentina tras la victoria de Javier Milei y
estamos muy contentos de haber podido hacerla realidad en un momento tan complicado
para el cine del país”. Ya me preguntaba yo de donde salía ese homenaje a
la sierra eléctrica…Y por cierto, ya querrían los argentinos que sus
preocupaciones a actuales empezaran y terminaran en la industria cinematográfica.
Presentada en el Festival de Cine Fantástico de
Sitges este 9 de octubre y estrenada
en los cines españoles al día siguiente. “Vieja loca”, una historia escalofriante que me va a perseguir
durante mucho tiempo, llega avalada por el premio a la mejor dirección conseguido
en el Fantastic Fest de Austin, el más importante del género en Estados
Unidos.
En una noche de tormenta, Laura conduce por
una autopista mientras habla por teléfono con su madre, Alicia, que
desvaría; está aquejada de demencia senil. Inquieta al notar el estado en
que se encuentra la madre, y al no conseguir localizar a la persona que la
cuida habitualmente, Laura recurre a su exnovio Pedro, para pedirle que
cuide de Alicia esa noche.
Una vez en casa de Alicia, Pedro tendrá que
enfrentarse a una mujer enloquecida que le obliga a participar en un juego
sádico hasta decir basta. Pedro se
siente atrapado en una casa que, aunque conoce, parece haberse puesto en su
contra. Intenta escapar pero Alicia no
está dispuesta a dejarle ir.
Hasta ahora, siempre he mantenido que no hay
nada que me dé más miedo que un niño en una película de terror; nada que
tema más que un crío con cara de no haber roto un plato en su vida, pero
vete a saber qué estará maquinando y en qué será capaz de transmutarse.
Digo que era hasta ahora, porque la visión de esa Alicia arrugada –muy, muy
arrugada, un primer plano de su antebrazo da auténtica grima- ha tirado por tierra mis teorías y mis
terrores.
La
inicial compasión que mueve a Pedro a atender los deseos de su
antigua novia acaba, como por otra parte tenía que ser, en una experiencia
tan aterradora que me he quedado sin adjetivos para calificarla. Esa Alicia
que es Carmen Maura en el último escalón del sadismo, la crueldad y la
perversión, convence aunque la detesto. Está claro que hacer favores desde
el otro lado de la historia, no puede tener peores consecuencias.
Este es el momento en que yo debería decir que
la película “Vieja loca” (1) va de las personas mayores, sus carencias y las enfermedades
propias de la edad. Evidentemente cumplir años no es optativo, como tampoco
lo es el grado de deterioro que implica. Para que la historia cumpliera su
objetivo de ser de terror y dar miedo, el personaje central del relato tenía
que ser mayor , aunque no en exceso: la cabeza de Alicia se ha independizado
y es imposible intuir que será lo siguiente que maquine, pero su cuerpo
conserva una agilidad envidiable.
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