“En el mar todos estamos a la misma distancia de Dios, a la distancia de una brazada. Esa que te salva” (naúfrago ruso rescatado por un comandante ucraniano, marzo 2023)
Edoardo De Angelis -director, guionista y productor napolitano autor de “El buen italiano” (“Comandant”)-, realizador en 2011 de “Mozzarella Stories”, “Pérez”, la multipremiada “Indivisible” (Premio a la Mejor Película en el Festival de Venecia y casi un centenar de galardones en festivales de todo el mundo, y “El vicio de la esperanza” que, en 2018 le valió, entre otros, el Premio del Público en el Festival de Cine de Roma, los de Mejor Director y Mejor Actriz en el Festival Internacional de Tokio, un David di Donatello (equicalente italiano a los Goya), tres Cintas de Plata y tres Ciaks de Oro.
En 2020 y 2021, Edoardo de Angelis rodó tres
películas para la televisión pública italiana (RAI) basadas en obras de Eduardo
De Filippo “Natale in Casa Cupiello”, “Non ti pago· y “Sábado, domingo
y lunes”. En 2022 dirigió la serie “La vida mentirosa de los adultos”,
basada en la novela homónima de la misteriosa escritora Elena Ferrante, y en
otoño del mismo año se publicó el libro “Comandante”, una
novelización de la película que hoy nos ocupa, escrita a dos manos por el
realizador y Sandro Veronesi, dos veces Premio Strega, el
máximo galardón de las letras italianas (publicada en España por Anagrama).
Los hechos se
remontan a octubre de 1940. Tras ser atacado mientras
navegaba por el Atlántico, el submarino Cappellini –uno de los ciento veinte
barcos con que cuenta la Marina italiana- hunde un buque mercante belga que había abierto fuego contra ellos en
la oscuridad.
Con un guión que firman el realizador y el escritor Sandro
Veronesi, el drama bélico “El buen italiano” (1), que pasa a la historia en su calidad de héroe moral que permanece fiel a los
principios de la ley del mar, por encima de intereses patrióticos,
posicionamientos ideológicos e incluso órdenes de sus superiores, cuenta la historia de
Salvatore Todaro, comandante del submarino
Capellini durante la Seguda Guerra mundial, interpretado por Pierfrancesco
Favino (“Guerra mundial Z”, Rush”), al que acompañan en el reparto Giuseppe
Brunetti (“Mimi-Príncipe de las tinieblas”, “La vida mentirosa de los adultos”),
Giorgio Cantanrini (“La vida es bella”, “Gladiator”) y el actor belga Johan Haldenberdgh
(“Quo Vadis Aida?”, “Traición”).
El capitán del sumergible, un viejo
lobo de mar con una minusvalía quien decidió permanecer en la armada del Duce
en lugar de aceptar la jubilación que le proponían, tiene que llevarsu barco al
Atlántico en misión de reconocimiento. Tras pasar el estrecho de Gibraltar, se
cruza con el kanalo, un barco conpabellón belga, al que consigue hundir sin demasiado
esfuerzo. Y, em ese momento se presenta el problema: ¿qué hacer con los 26 supervivientes ?
¿Las leyes de la guerra rienen también
vigencia en el mar ?
Salvatore Todaro estuvo al frente de
distintos submarinos fascistas, de los que atacaban posiciones republicanas
durante la Guerra Civil Española. Una parte de su biografía que no se explica
en El buen italiano,
recuerda la hazaña clave de este militar: durante la Segunda Guerra Mundial
arriesgó la integridad de su tripulación para salvar a los náufragos de naves
enemigas que él mismo había mandado torpedear.
En la introducción a la novela “Comandante”
escrita a partir del guión de esta película, Veronesi cuenta que la inspiración
les llegó en el verano de 2018, un período de recrudescencia xenófoba a causa
del incremento del número de desembarcos de migranti que huían de los campos de
detención en Libia intentando alcanzar a cualquier precio –incluido el de su
vida- las costas sicilianas y calabreses.
Fue
entonces, cuando leyendo un artículo del peródico “Avvenire”, que reproducía
las declaraciones de Giovanni Pettorino, entonces Comandante de la Guadia
Costera y hoy Almirante, en las que hablaba de Salvatore Todaro, destinado a
una base naval de la Francia ocupada y al mando del sumergible “Comandante
Capellini” quien, durante el último conflicto mundial salvó, cerca del
archipiélago de las Madeira, a varios
miembros de la tripulación del velero belga “Kabalo” -en aquel momento
oficialmente neutral, que transportaba material bélico británico- que previamente había ordenado hundir a
cañonazos, desoyendo las órdenes de sus
superiores y “las bárbaras leyes bélicas” en nombre del ideal superior de
solidaridad.
Salvatore Todaro, el comandant del sumergible, un viejo lobo de mar con
una minusvalía quien decidió permanecer en la armada del Duce en lugar de
aceptar la jubilación que le proponían, tiene que llevar su barco al Atlántico
en misión de reconocimiento. Tras pasar el estrecho de Gibraltar, el 16 de
octubre de 1940 se cruza con el KaBalo,
un barco mercante con pabellón belga, al que consigue hundir sin demasiado
esfuerzo. Y, en ese momento se le presenta un problema de conciencia: ¿qué
hacer con los 26 supervivientes ? ¿Las
leyes de la guerra rienen también vigencia en el mar ?
En un primer momento, Todaro decidió
escoltar a los veintiséis supervivientes
–hacinados en una lancha de salvamento- hasta la isla de Santa María; pero, una
vez que naufragó la frágil embarcación, les subió a bordo del sumergible,
poniendo en peligro a su opropia tripulación durante tres días ya que un
sumergible sobrecargado esta obligado a permanecer en la superficie,
convirtiéndose e blanco para el enemigo.
En palabras de De Angelis: “Salvatore Todaro
hunde los barcos enemigos sin piedad. Pero un enemigo indefenso ya no es un
enemigo, es solo un hombre más, y entonces lo salva”, porque la persona
verdaderamente fuerte es la capaz de tender la mano a los débiles. Salvatore conoce las leyes eternas que rigen
el cielo y el mar, y sabe que son superiores a cualquier otra ley: quien salva
a un hombre, salva a la humanidad.
“Promotor de una mística
militar basada en los conceptos de devoción, disciplina, jerarquía y hermandad,
a veces rodeado por un amenazador halo sagrado (siempre lleva encima un pedazo
de papel en el que figuran algunos versos de “La Iliada”, que para él son una
especie de mantra sagrado (…) Todaro
encarna todas las contradicciones que reproduce la película, incierta entre
sobresaltos heroicos (típicos de una war
movie), suspensión lírica en el tiempo inmóvil de la navegación, reconstrucción
histórica y anacronismos...(cineforum.it)
(1) “El buen italiano” está en la cartelera
madrileña desde ayer 25 de julio de 2024.
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