“En
la empresa “antiterrorista” -escribía el poeta Juan Gelman,
fallecido en enero de 2014, en un artículo publicado en el diario argentino Página
12 en 2013- el que comete un crimen de
guerra la pasa mejor que el que lo denuncia. Hasta lo condecoran”.
Retomo hoy esta frase que ya
encabezó un antiguo artículo mío sobre las vicisitudes del “soldado Manning”
-al que muchos nos empeñamos en “salvar” de su condena de 35 años por traición
y robo de información confidencial, dictada por un tribunal militar de Estados
Unidos- para celebrar su salida de la penitenciaría militar, después de cumplir
siete años. Retomo la frase porque es una inmejorable forma de expresar lo que
sigue sucediendo en nuestra realidad, y como homenaje al inmenso poeta que fue
Gelman.
Chelsea Manning, que entró en la
cárcel como hombre en 2010, acaba de abandonar la penitenciaría militar de Fort
Leavenworth, en la frontera entre los estados de Kansas y Missouri, como mujer,
siete años después de haber revelado en Wikileaks los desmanes del ejército
estadounidense.
La soldado Chelsea Manning -anteriormente
conocida como el soldado Bardley Manning-, la militar transexual estadounidense
denunciante de irregularidades en Wikileaks, donde entregó miles de documentos
clasificados como “secreto de defensa”, ha salido de la cárcel el 17 de mayo de
2017. Condenada en 2013 por traición a 35 años de cárcel, Barack Obama le
conmutó la pena en enero pasado justo antes de abandonar la Casa Blanca para
dar paso a su sucesor, Donald Trump, quien calificó a la indultada de “traidora
indigna que nunca debiera salir en libertad”.
En 2010, el entonces soldado
Bradley Manning entregó a la red de denuncias de Julian Assange más de 700.000
documentos confidenciales, diplomáticos y militares, sobre las guerras de Irak
y Afganistán procedentes de los archivos del ejército estadounidense, donde
trabajaba como analista y experto informático.
«Sin embargo -escribe Guillaume Descours
en Le Figaro- el indulto no borra la condena. La apelación podría eternizarse.
La antigua analista de Inteligencia, que hoy cuenta 29 años, sigue siendo un
soldado de la US Army. Técnicamente se encuentra de vacaciones sin sueldo
mientras se estudia su apelación y parece bastante improbable que a la soldado
Manning la incorporen algún día al servicio. Uno de sus abogados asegura que
esta situación la mantiene bajo el yugo del ejército y la expone a eventuales
sanciones al menor paso en falso, como podría ser la revelación de nuevos
documentos que molesten al Pentágono”.
Mientras se encontraba en la
cárcel, Bradley Manning que durante el proceso confesó que siempre se había
sentido mujer, recibió autorización para someterse a un tratamiento hormonal
que facilitara su cambio de sexo, se dejó crecer el cabello hasta el límite
permitido de 5 centímetros, se fotografió con una larga peluca rubia y cambió
su nombre por el de Chelsea en el registro civil.
Su abogado, Chase Strangio, también
transexual, ha dicho que Chelsea Manning, una vez en libertad va a luchar por
los muchos detenidos trans que hay en las cárceles de Estados Unidos, y en
especial las mujeres. Ella misma, en su cuenta de Twitter, escribió dos días
antes de salir: “Por primera vez veo un futuro para mí como Chelsea. Consigo
imaginarme viviendo, y sobreviviendo, en la piel de la persona que soy”.
Durante su estancia en prisión hizo
una huelga de hambre, para denunciar los procedimientos disciplinarios a que
estuvo sometida, e intentó suicidarse dos veces. Ahora piensa reiniciar su vida
en Maryland, de momento con los 147.816 dólares recogidos por su abogado en una
especie de crowdfunding puesto en marcha en enero de 2017, y con los beneficios
de la venta del disco “Hugs for Chelsea”, que le ha dedicado un grupo de
músicos -entre los que se encuentran Downtown Boys, Priests, Thurston Moore o
Against Me!, Streaming Females y Ted Leo- con la intención de que las ventas le
sirvan para comenzar esta nueva etapa.
“Tras la persecución de Edward
Snowden (informático subcontratado de la Agencia de Seguridad Nacional
(National Security Agency, NSA), quien filtró información revelada por The
Guardian sobre las prácticas de vigilancia de esta agencia estadounidense, hoy
refugiado por tiempo indefinido en algún lugar de Rusia para evitar un juicio
por traición en Estados Unidos) la condena desproporcionada de Bradley Manning
representa un nuevo golpe para los informantes (whistleblowers)
y subraya su vulnerabilidad”, se leía en un comunicado de Reporteros sin
Fronteras en 2013. “El ejército estadounidense les envía un mensaje claro,
también dirigido a los periodistas que se arriesguen a publicar la información
que estos les proporcionen: Estados Unidos reprimirá duramente toda revelación
de información
de interés general concerniente a sus prerrogativas de seguridad nacional.
Se trata de un ataque directo al buen funcionamiento de la democracia
estadounidense, en el que la prensa debería poder denunciar libremente las
disfunciones. La amenaza de tales sanciones podría afectar la capacidad de
llevar a cabo esta labor fundamental de contrapoder”.
Para el Centro de protección de los
Periodistas (CPJ), la sentencia de 35 años de prisión del soldado Bradley
Manning podría inhibir el trabajo de los periodistas que cubren temas de
seguridad nacional en todos los países. “Los fiscales militares que
persiguieron agresivamente a Manning buscaron una sentencia severa por el
mensaje que envía a futuros informantes”, afirmó el director ejecutivo del CPJ,
Joel Simon. “El procesamiento de Manning combinado con la intensa persecución a
los informantes por parte del gobierno envía un mensaje inhibidor e inequívoco
a los periodistas y a sus fuentes, en particular sobre temas de seguridad
nacional que son de vital importancia para el público”.
Una
vida difícil
El tribunal militar de la base de
Fort Meade (cerca de Washinton) condenó el 21 de agosto de 2013 al soldado
estadounidense Bradley Manning -25 años cumplidos en la cárcel, donde llevaba
tres años internado, homosexual hijo de padres alcohólicos, con una infancia
difícil-, como autor de la fuga de más de setecientos mil documentos secretos
en el marco del “caso Wikileaks”, a 35 años de reclusión y a ser expulsado del
ejército por “deshonor”.
Dos días antes, el fiscal que
representaba al gobierno estadounidense había solicitado 60 años de detención y
100.000 dólares de multa, pidiendo a la juez Denise Lind que enviara “un
mensaje fuerte a todos los soldados que pensaran robar información
clasificada”. “Tenemos que asegurarnos -dijo el fiscal en la sala- de que no
volveremos a asistir a un circo como éste”, afirmando que la “traición” de
Manning había perjudicado para mucho tiempo las relaciones diplomáticas de
Estados Unidos. En la decisión judicial influyeron sin duda testimonios como el
prestado por el exresponsable del contraespionaje estadounidense Robert Carr,
quien admitió que los hechos que se le imputaban al soldado no habían “matado a
nadie”.
![]() |
Bradley Manning conducido al juicio |
Como en las últimas sesiones del
juicio Bradley Manning se reconoció culpable de una decena de cargos (a los que
la juez Lind añadió espionaje y fraude), como se arrepintió públicamente de sus
actos y dijo explícitamente que lamentaba haber “herido a su país”, con la
sentencia llegó la recomendación de que pudiera quedar en libertad condicional
una vez cumplido un tercio de la pena, así como el descuento de los tres años
que ya había pasado en la cárcel (donde, recordemos, en los primeros tiempos de
encierro fue maltratado y humillado por sus guardianes).. “Por ingenuo que
pueda parecer, en el momento de los hechos que se han juzgado -dijo el abogado
civil del soldado- él creía sinceramente que esas informaciones no iban a
perjudicar a Estados Unidos. Pensaba que podrían terminar con las guerras de
Irak y Afganistán, por ingenuo que pueda parecer”.
(Golpe de efecto: 24 horas después
de conocerse la sentencia, Bradley Manning decidió hacer una espectacular
salida del armario y su abogado colgó en Internet una fotografía en la que
aparecía con una peluca larga rubia, aseguraba llamarse Chelsea Manning y decía
que en cuanto “le indultara” Obama se iba a poner en tratamiento hormonal para
transformarse en la mujer que siempre había vivido atrapada en su cuerpo de
hombre).
Lo
que Manning pirateó
La “traición” del soldado Manning
fueron 250.000 cables diplomáticos, en su mayoría procedentes de las embajadas
estadounidenses diseminadas por el mundo, y medio millón de informes militares,
procedentes del Pentágono. Denunciado al FBI por otro pirata informático, de
nombre Adrian Lamo, con el que se comunicaba por correo electrónico mientras
estaba destinado como analista en los servicios de inteligencia en Irak, el
soldado Manning confesó desde el inicio haber enviado los documentos a
Wikileaks para provocar un debate público.
Desde el vídeo de un incalificable
atropello militar a civiles iraquíes, titulado “Daños colaterales”, en el que
entre otros perdieron la vida dos periodistas de la agencia Reuters, hasta
informes confidenciales sobre los detenidos en Guantánamo, Manning le pasó a
Julian Assange casi un millón de documentos clasificados como secreto y alto
secreto. Wikileaks negoció esta información con una serie de periódicos de
referencia, europeos y americanos – The New York Times, The Guardian, Der
Spiegel, Le Monde y El País- que los fueron publicando a lo largo de los
siguientes meses. El primero, publicado el 18 de febrero de 2010, fue un cable
emitido por la embajada estadounidense en Islandia.
Después, entre febrero de 2010 y
septiembre de 2011, se divulgaron más de 250.000 despachos del Departamento de
Estado, procedentes de embajadas y consulados, y fechados entre 1966 y 2010. En
julio de 2010 vieron la luz cerca de 90.000 documentos relativos a la guerra en
Afganistán y en octubre del mismo año otros 400.000 referidos al conflicto en
Irak, entre los que había muchos informes confidenciales del Pentágono sobre
abusos, torturas y asesinatos de civiles. Finalmente, a partir de abril de 2011
se fueron publicando los informes confidenciales, redactados por los carceleros
de los 779 detenidos que pasaron por las celdas de Guantánamo, revelando que la
mayoría estaban detenidos sin cargos.
¿Héroe
o traidor?
¿Bradley Manning buscaba los cinco
minutos de gloria que le correspondían como a todo ser viviente o estaba
realmente indignado ante lo que iba encontrando en su trabajo como “analista”
del servicio de Inteligencia del ejército de los Estados Unidos? Destinado en
la Base Operativa Avanzada Hammer, a unos 60 kilómetros al este de Bagdad,
tenía acceso a dos redes clasificadas del Gobierno estadounidense, SIPRNET
(Secret Internet Protocol Router Network) y Joint Worldwide Intelligence Communications
System.
Pero resultó que el “traidor” era
homosexual, una de las peores cosas que se podían ser cuando uno ingresaba en
el ejército de Estados Unidos donde, hasta no hace nada, imperaba la regla del
“no lo cuentes, no preguntes”. Su padre le echó de casa cuando descubrió que
era gay, en el ejército estaba obligado a esconderse (llegó a decir que ingresó
en la armada con la intención de “curarse”). Nacido en Crescent, un pueblecito
de Oklahoma donde se dice que “hay más bancos de iglesias que personas”, hijo
de un militar siempre ausente y una madre galesa que, en 2001, se divorció y se
llevó con ella al niño, entonces de 13 años, para que terminara los estudios en
el País de Gales. “Antes de salir hacia Irak -escribía el diario francés Libération–
se enamoró de un estudiante de Cambridge, músico y dragqueen, que le introdujo
en un círculo de amigos, izquierdistas y piratas informáticos… Si creemos a su
página de Facebook, se encontraba bajo el shock de una ruptura cuando inició el
contacto con Wikileaks”.
Durante más de siete meses, al
principio de su detención, del desierto iraquí pasó a una base en Kuwait y de
allí a la de Quantico, en el estado de Virginia, a Fort Leavenworth en Kansas
y, finalmente, a Fort Meade, en Maryland, donde estuvo internado en espera de
la resolución de los distintos procedimientos previos al juicio. Durante más de
siete meses el soldado durmió desnudo, sin sábanas ni almohadas y no podía
hablar con los demás presos. Por la mañana los guardias le devolvían la ropa
que le retiraban por la noche cuando, cada cinco minutos controlaban que seguía
bien, encerrado en una celda sin ventana de 1,80 por 3,60 metros que por todo
mobiliario disponía de una cama, un lavabo y un retrete. Después, entre las
cinco de la mañana y las ocho de la tarde no se le permitía dormir en ningún
momento; podía hacer una hora de ejercicio físico, en una habitación vacía,
donde únicamente le estaba permitido caminar. Podía ver algunos canales locales
de televisión durante tres horas, pero no tenía acceso a ningún otro tipo de
información. Disponía de un libro y una revista que se le retiraban por la
noche, podía ducharse durante veinte minutos a última hora de la tarde y
recibir visitas autorizadas los fines de semana, entre las 12 y las 15 horas. Y
nada más, ninguna otra cosa o actividad. Según explicaban las autoridades
militares, todas esas restricciones iban destinadas a prevenir autolesiones o
intentos de suicidio.
“No
culpéis a Manning de cómo están las cosas”
La declaración inicial de la
defensa de Bradley Manning, un documento para la historia, redactada por el
conocido abogado neoyorkino Chase Madar (miembro del National Lawyers Guild.
Escribe para TomDispatch, la revista American Conservative, Le Monde Diplomatique,
y London Review of Books) intentaba demostrar que Manning “es un patriota, no
un criminal”, argumentando que se alistó en 2007 “para cumplir con su deber
hacia su país y, era su esperanza, para con el mundo”: “El soldado de primera
clase del ejército de EE.UU., Bradley Manning, ha cumplido con su deber.
Presenció serias violaciones del Código Unificado de Justicia Militar de las
fuerzas armadas estadounidenses, violaciones de las reglas del Manual de Campo
del Ejército de EE.UU. y violaciones del derecho internacional. Sacó a la luz
esas transgresiones debido a un profundo sentido del deber hacia su país, como
ciudadano y soldado, y su patriotismo le ha costado caro. Cuando Bradley
Manning partió a Irak en octubre 2009, pensó que ayudaría al pueblo iraquí a
construir una sociedad libre después de la larga pesadilla de Sadam Hussein. Lo
que presenció de primera mano fue algo muy diferente …”.
“Pronto se vio ayudando a las
autoridades iraquíes a detener civiles por distribuir literatura «anti-iraquí»,
que resultó ser un informe de investigación sobre la corrupción financiera en
su propio gobierno titulado “¿A dónde se va el dinero?”. El castigo por este
«crimen» en Iraq no era un tirón de orejas. El encarcelamiento y la tortura,
así como el abuso sistemático de los prisioneros, están generalizados en el
nuevo Irak. En los propios informes Sigacts (Acciones Significativas) de los
militares, tenemos una multitud de informes verosímiles sobre policías y
soldados iraquíes que matan a prisioneros, los golpean hasta matarlos, les
arrancan uñas o dientes, les cortan los dedos, les queman con ácido, les
torturan con descargas eléctricas o con el método de ahogamiento, les someten a
varios tipos de abuso sexual, lo que incluye el sexo anal con cañones de fusil
o el obligar a los prisioneros a realizar actos sexuales con los guardias y
entre ellos.
“Manning tuvo razones más que
fundadas para preocuparse al entregar ciudadanos a iraquíes para que probablemente
fueran torturados, sólo por escribir panfletos sobre la corrupción en un
gobierno tristemente célebre por ser corrupto.
“Como todo buen soldado, Manning
comunicó de inmediato sus preocupaciones a la cadena de mando. ¿Y cómo
reaccionaron sus superiores? Su comandante le dijo que “se callara” y que
volviera a acorralar más prisioneros para que la Policía Federal Iraquí los
tratara a su gusto” (…) ”La siguiente vez que el soldado Manning encontró
pruebas de crímenes de guerra, emprendió una línea de acción diferente” (…) ”En
SIPRNet (el protocolo secreto de redes de enrutado de internet), compartido por
los Departamentos de Defensa y Estado, Manning encontró pronto pruebas
irrefutables de posibles crímenes de guerra, incluido el ahora infame vídeo «Asesinato
colateral» en el cual un helicóptero Apache estadounidense ametralló a 18
civiles, incluidos dos periodistas de Reuters, en una calle de Bagdad el 12 de
julio de 2007. Ahora el mundo ha visto y se ha horrorizado ante este vídeo que
supuestamente había estado en posesión de Reuters pero que no había sido hecho
público. Se afirma que Manning lo filtró a la web delatora WikiLeaks en abril
de 2010.
“¿Dónde está la tremenda
repercusión de todas esas supuestas sorpresas devastadoras en esos documentos
filtrados? Meses después de la publicación de los telegramas del Departamento
de Estado, no se ha retirado a un solo embajador estadounidense. El secretario
de Defensa, Robert Gates, que controla más presupuesto y poder que la
Secretaria de Estado, insiste públicamente en que esas filtraciones, los
expedientes de la Guerra de Irak, la guerra de Afganistán y los cables
diplomáticos, no han causado ningún daño importante”.
“Por cierto, no se puede negar que
a algunos miembros de nuestra élite en política exterior les han avergonzado
públicamente los telegramas del Departamento de Estado. Está bien. Se lo
merecen. Ese fugaz bochorno no es nada en comparación con la vergüenza que han
causado a nuestro país con sus estúpidas actividades durante la última década,
acciones que van de imprudentes e incompetentes a absolutamente criminales. No
es ningún secreto que el prestigio de EE.UU. en el mundo se ha visto gravemente
dañado en estos años”.
El abogado apuntaba que “el daño a
nuestra nación, que no podría ser más real, no ha procedido de las revelaciones
de un joven soldado sino del antiguo modelo de acciones estúpidas y
destructivas de nuestros líderes en política exterior. Después de todo, la
invasión y ocupación de Iraq ha costado ríos de sangre. El coste de nuestras
guerras actuales en el extranjero ahora ya sobrepasa oficialmente el billón de
dólares. Y no hay que olvidar que la invasión de Iraq ha inspirado nuevas olas
de odio y desconfianza hacia nuestro país en el extranjero, así como les ha
provocado un subidón de adrenalina a los terroristas islámicos”.
Sólo se necesita usar un poco la
imaginación: “Si alguien como Bradley Manning hubiera filtrado documentación
concluyente sobre el arsenal supuestamente letal pero inexistente de armas de
destrucción masiva de Sadam Hussein, la excusa que se usó para invadir Irak,
semejante revelación habría avergonzado profundamente a la élite de la política
exterior de Washington y, en la atmósfera de principios de 2003, los medios
hubieran pedido indudablemente la cabeza de ese denunciante, tal como lo están
haciendo ahora. Sin embargo, una filtración semejante, hubiera significado un
inmenso bien para nuestra nación. Cuatro mil cuatrocientos treinta y seis
soldados estadounidenses no estarían muertos, y miles más no estarían
mutilados, heridos, o sufriendo el síndrome de estrés post-traumático. Y
probablemente, cientos de miles de civiles iraquíes seguirían con vida. Los
últimos 10 años no han sido los mejores. No culpéis al soldado Bradley Manning
por el estado de las cosas”.
“Nuestros soldados tienen el
solemne deber de no obedecer órdenes ilegales, y el soldado Manning cumplió con
ese deber. Hace más de 50 años, el Manual de Campo del Ejército de EE.UU,
incorporó los Principios de Núremberg y entre ellos el Principio IV: «El hecho
de que una persona actúe bajo las órdenes de su Gobierno o de un superior no le
exime de la responsabilidad bajo las leyes internacionales, siempre que se
demuestre que tenía posibilidad de actuar de otra forma”. Los denunciantes que
intentan rectificar las desastrosas políticas de su nación no son criminales.
Son patriotas, y finalmente son reconocidos como tales. Bradley Manning no es
el primer estadounidense que sirve a su país de esa manera”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario