Un estudio publicado el 15 de marzo de 2017 en la
revista británica «The Lancet» revela que desde el inicio de la guerra en
Siria, en marzo de 2011, han perdido la vida 814 profesionales de la salud, por
causa del conflicto; así mismo, el informe -llevado a cabo por un grupo de
investigadores, entre los que se encuentran miembros de sociedad médica
sirio-estadunidense SAMS, señala que durante el año pasado aumentaron
considerablemente los ataques a establecimientos sanitarios.
«2016 ha sido el año más peligroso hasta ahora para
los profesionales de sanidad en Siria», según el doctor Sameur Jabbour, de la
Universidad americana de Beirut y uno de los autores del informe, y reproduce
el diario francés Le Monde. El número de ataques a establecimientos sanitarios
ha pasado de 91 en 2012 a 199 en 2016. Los investigadores estiman que el 94% de
ellos han sido obra del régimen de Bachar el-Assad y sus aliados. Una
estrategia que ha dado como resultado “cientos de profesionales de la sanidad
muertos, otros cientos encarcelados o torturados y cientos de centros de salud
atacados deliberadamente”.
Por mencionar algunos ejemplos, el hospital Kafr Zita
Cave, de Hama, en el centro del país, ha sido bombardeado 33 veces desde 2014 y
seis de ellas tan solo en los tres meses que llevamos de 2017. Otro caso
parecido es el del hospital subterráneo M10, situado en la zona oriental de
Alepo, que fue atacado diecinueve veces en tres años; la última, en octubre de
2016 lo destruyó totalmente.
Según fuentes de Le Monde y la Agencia France-Presse,
que mencionan cifras facilitadas por la ONG estadounidense Physicians for Human
Rights (PHR), entre marzo de 2011 y septiembre de 2016 murieron 782
profesionales sanitarios: 55% en bombardeos, 23% en tiroteos, 13% como
consecuencia de torturas y el 8% ejecutados. Según las mismas fuentes, a estas
cifras hay que añadir otros 32 muertos entre octubre de 2016 y febrero de 2017.
De ellos, el 32% son médicos.
Además, la mitad de los sanitarios que había en el
país antes del comienzo de la guerra han huido, lo que representa una cantidad
de 15.000 profesionales entre 2011 y 2015. “El éxodo concierne particularmente
a doctores experimentados, que dejan en el lugar a jóvenes insuficientemente formados
a causa del conflicto”.
Según los autores del informe, la guerra en Siria «ha
revelado algunas lagunas» en las organizaciones internacionales, y muy
especialmente en la Organización Mundial de la Salud (OMS), que aunque censa el
número de ataques que se producen no facilita los nombres de los responsables
“lo que va en contra de los esfuerzos necesarios para acabar con estos crímenes
de guerra”. En un comentario que se adjunta al estudio, “la OMS reconoce que
esta guerra -que ya ha causado más de 320.000 muertos, cifra que se eleva a
465.000 muertos y desaparecidos según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos
(OSDH), de los que 96.000 son civiles, más de 17.400 niños y cerca de 11.000
mujeres- es actualmente la mayor crisis mundial en el plano humanitario, y en
término de refugiados.
Según el Alto Comisionado de
Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), en febrero de 2017 la guerra había
obligado a abandonar el país a 4,9 millones de personas, más de la mitad de las
cuales se encuentran refugiadas en Turquía; país al que siguen Líbano, con un
millón, Jordania con más de seiscientos mil, Irak y Egipto. La misma fuente
asegura que el 90% de los refugiados sirios viven por debajo del umbral de la
pobreza y al menos el 10% de ellos están considerados como “extremadamente
vulnerables”
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