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Trump odia a los medios de comunicación |
Cuando
dejemos de reírnos con los chistes, los dibujos, los vídeos, los memes, los
trending topics y como se llamen el resto de posibilidades que ofrece la
navegación por Internet, y más precisamente las redes sociales, podremos
empezar a calibrar lo que significa que haya llegado a la Casa Blanca un
personaje como su actual ocupante, ni tan payaso como gustaría a algunos, ni
tan solo personaje salido de la reserva del kitsch modelo kardasian como
aparece rodeado de su “decoración de interior” preferida, donde oro y oropel
relucen con la misma intensidad.
Casi
un siglo después de que se hiciera famoso el cliché, estamos de nuevo ante un
ejemplo clásico de WASP -hombre blanco, anglo-sajón, protestante-, prepotente,
tiránico, machista, xenófobo, racista, con la doble moral del putero
inveterado, viejo verde requemado y reteñido, dispuesto a destrozar todos los
logros sociales, no de la anterior administración sino los conseguidos por la
sociedad civil al menos desde 1919, cuando se creó la Sociedad de Naciones que
empezó a velar por los derechos fundamentales de los seres humanos.
Para
el nuevo inquilino de la Casa Blanca no hay más derechos universales que los
suyos y los de sus amigos -todos, como él, milmillonarios sin escrúpulos y sin
bagaje cultural ni político- a los que está repartiendo carteras ministeriales
como si se tratara de piruletas en la puerta de un colegio.
A
estas horas, y apenas le ha dado tiempo a saber de cuantos cuartos de baño
dispone su nueva mansión, ya ha decidido lo que hay que hacer con el matrimonio
gay, la maternidad subrogada, la emigración mexicana y de otras procedencias,
la sanidad más o menos pública y más o menos universal que instauró su
antecesor, y algunos detallitos más sin importancia que van a dejar a la
inmensa mayoría de los ciudadanos estadounidenses, que no viven en Manhattan ni
son dueños de multinacionales ni brokers de Wall Street, literalmente con el
culo al aire por más que ande proclamando a gritos -como es su forma habitual
de expresarse- que “todo para los americanos” y “los americanos primero”.
Porque él parece convencido de que los “americanos” son el medio centenar de
ultraderechistas que acude habitualmente a las fiestas de su torre dorada
neoyorquina.
Cuando
aquí hemos aprendido a convivir con excentricidades de gentes con las que tiene
muchos puntos en común -como los “finiquitos en diferido”, las contabilidades “extracontables”,
o “es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde"-, el
equipo del “hombre más poderoso del planeta” no pierde el tiempo y acaba de
sacarse de la chistera “los hechos alternativos”, que es exactamente lo mismo
que decir que “mentir no es mentir” y que nada es “ni verdadero ni falso”: o
sea que para rebatir algo que es cierto pero que el equipo que ahora rige los
destinos de Estados Unidos decide que no lo es, en lugar de denunciarlo como
mentira “fabrica” un relato “alternativo” e intenta que pase por bueno (en la
creencia de que todos los ciudadanos del país son idiotas).
Para
dotar el invento del énfasis necesario, y para ir abriendo boca, los primeros
días del debutante en la presidencia de Estados Unidos “han sido agotadores.
Programa: suprimir del sitio de Internet de la Casa Blanca las páginas
relativas a los derechos civiles, y a los de las mujeres y las personas LGTBI,
las del cambio climático, la igualdad salarial, la educación, los servicios de
salud, las ayudas a los dependientes y la manera de reducir la violencia por el
uso de armas de fuego; a continuación .mirar el desfile de la manifestación más
importante desde la guerra de Vietnam y asegurar después, durante todo el
último fin de semana, que los medios de comunicación han mentido porque su
ceremonia de investidura atrajo a un número record de espectadores” (Agathe
Ranc, L’Obs).
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Sean Spicer inventor de los hechos alternativos |
Más
tarde, en la primera rueda de prensa, el portavoz de prensa Sean Spicer acusó a
los periodistas presentes de “difundir deliberadamente informaciones falsas”,
añadiendo que “era el público más importante jamás reunido para asistir a una
investidura. Y punto”. Lo que el domingo 15 de enero de 2017, redondeó la
consejera presidencial Kellyanne Conway explicando en el canal MSNBC que Spicer
no había mentido sino “presentado hechos alternativos”.
Lo
que ocurre es que los “hechos alternativos” con los que ha pretendido ir
entrenando a los ciudadanos para lo que se les viene encima la nueva
administración USA, no lo son en absoluto. Aunque, hablando en plata, tampoco
se trata de nada nuevo. Durante toda la campaña, el nuevo inquilino de la Casa
Blanca ha repartido falsas informaciones a diestro y siniestro; tantas, que el
director saliente de la CIA, John Brennan, ha escrito en un comunicado que
“debería avergonzarse”.
Y
si lo dice el exjefe de la CIA será verdad, él tiene que saber mucho de
mentiras y desvergüenzas.
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