Recuerdo de mi infancia, y mis primeros contactos con el cine –casi siempre en locales de barrio de sesión continua, que podía prolongarse hasta que se hacía oscuro-, una casi inconfesable atracción por las películas de Drácula, el bebedor de sangre por excelencia, inexplicablemente seductor cuando levantaba la tapa y salía del ataúd dispuesto a dar el consabido paseo nocturno. Ahora no puedo explicar el morbo de entonces. Otra cosa muy diferente era, y sigue siendo, mi relación con los niños maléficos, tanto si están sedientos de sangre como si se dedican a otra suerte de maldades. No es que no me gusten, es que me dan mucho miedo.
Protagonizada
por Michelle Monaghan (“Misión imposible”, “Adios pequeña, adiós”) y Skeet Ultrich (“Scream”, “Vigila quien llama”),
en realidad todo gira en torno a los problemas del adolescente que interpreta Finlay
Wojtak-Hissong.
Es la historia
de Jess, una joven enfermera que en el pasado tuvo problemas de adicciones y,
una vez divorciada, se traslada a vivir con sus dos hijos –Tyler y Owen- a una destartalada
granja heredada de una tía. Cuando el perro del pequeño Owen desaparece en el
bosque, el niño sale a buscarlo, pero no lo encuentra. Más tarde, el perro
regresa con una especie de rabia y ataca al niño, hiriéndole gravemente. Las
heridas se curan pero Owen empeora
desarrollando, a medida que pasan los días, una inexplicable necesidad
de beber sangre. Jess será capaz de todo
para “alimentar” a su hijo y conseguir mantenerle con vida.
“Blood” (1) es una película pesimista, una historia
de vampiros demasiado larga que difícilmente va a conseguir centrar la atención
de un espectador, que enseguida se da
cuenta de que le están contando una historia de horror tan previsible como simple,
que apenas se detiene en los problemas de la familia–el divorcio, la nueva
familia que ha formado el padre con la niñera, y las consecuencias que todo eso
tienen en los pequeños- para centrar toda su atención en el niño de ojos
tristes, que a veces más parece una caricatura de sí mismo, bebiendo sangre con
una pajita.
El interés se va diluyendo a medida que avanza la
trama, carente de personalidad y sin ninguna ambición narrativa, y deja en el
aire dos preguntas para hacer pensar al espectador: ¿hasta donde puede llegar
una madre (o un padre) cuando se trata de salvar a su adorado hijo? Y ¿Los
monstruos resultan menos peligrosos cuando adoptan la apariencia de un niño?
(1) A causa de las festividades de la semana, “Blood”
se estrena en los cines de Madrid este miércoles 6 de diciembre de 2023.
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