Estrenada en los festivales de San Sebastián y Toronto en 2020, en plena pandemia, y revalidada en el reciente Festival de Cannes, « Madres verdaderas » (True Mothers ), de la japonesa Naomi Kawasw ( “Suzaku”, “Shaea”) es un melodrama potente sobre la maternidad y la adopción contado por las dos madres, la biológica y la adoptiva, muy bien interpretadas por dos actrices brillantes, Aju Makita e Hiromi Nagasaku, que componen un laberinto de imágenes en torno al niño, adornadas con hermosos paisajes, un sol que se pone sobre el mar del atardecer y las aves que cruzan el espacio infinito.
En los sucesivos
saltos de la historia – que avanza y retrocede sin perder el hilo- nos
enteramos de la historia de la acomodada pareja de Tokio compuesta por Sakoto y
su marido que, contrariada al saber que no puede concebir un hijo, decide
adoptar a Asato; y de Hikari, la madre adolescente a quien su familia esconde
en una especie de hogar para hijas descarriadas en una isla cercana a Hiroshima,
donde dará a luz y se encargarán de encontrar una familia para el niño. El
proyecto familiar es que después se
reintegre a la familia, regrese a la escuela y continúe sus estudios
considerando el periodo del embarazo como una enfermedad.
La pareja no acaba de
asumir su papel de padres adoptivos, lo vive como una preocupación constante,
situación que aumenta cuando años después reaparece la madre biológica, que no
ha conseguido aceptar lo que le ocurrió, abandonó a su familia, tiene
dificultades e intenta conseguir dinero
amenazando con contar a todo el mundo que el niño es adoptado; lo que no
debería preocupar al matrimonio, porque todo el mundo lo sabe comenzando por el
niño que ya tiene 6 años, pero que sin embargo les descoloca y aumenta su
sentimiento de culpabilidad.
Sin
duda, lo mejor de esta película, quizá excesivamente larga, es la descripción
del tiempo que la madre adolescente pasa en esa especie de asociación que evita
a las familias pasar por la vergüenza de un embarazo demasiado precoz,
esperando el momento de dar a luz, y su relación con otras dos chicas, mayores
que ella, que se encuentran en la misma situación. Los últimos minutos son una
especie de síntesis, una conversación
hecha de monosílabos entre las dos madres que parece acercarlas, e
incluso las asimila a un núcleo familiar de nuevo cuño, cuando explican al niño que la extraña que
tiene delante es “la otra madre”, la de Hiroshima.
“Madres
verdaderas” repasa el proceso de adopción, no solo desde el punto de vista
afectivo y traumático, sino también social. Una historia emotiva a mitad de
camino entre el documental y la ficción que plantea algunas preguntas
importantes: ¿Dónde empieza y donde termina la maternidad? ¿La biológica y la
adoptiva son igual de madres? ¿ Pueden incluso configurar entre las dos la
madre “auténtica”?
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