Mujeres etíopes
No es la primera vez que ocurre, la historia de la humanidad está llena de episodios en los que la violación de las mujeres se ha utilizado como un arma más en los conflictos armados. Y ahora, en pleno siglo XXI, un informe de la organización humanitaria Amnistía Internacional (AI) revela que tanto algunos combatientes de los ejércitos etíope y eritreo, así como de las fuerzas que luchan en la región de Amhara, son responsables de las violaciones, y otras agresiones sexuales, de mujeres y niñas en la región de Tigré, una de las nueve demarcaciones de Etiopía que tiene frontera con Eritrea y Sudán. AI recuerda que tanto la violación como la esclavitud sexual –habituales en este conflicto- son no solo crímenes de guerra, también crímenes contra la humanidad
Según el informe, militares regulares y milicianos
están cometiendo violaciones, a veces en grupo, y mutilaciones sexuales sobre
mujeres y niñas tigreanas. En otros
casos, las convierten en esclavas sexuales
y todo ello acompañado de insultos de carácter étnico y amenazas de
muerte, utilizadas como armas de guerra con la evidente intención de causar daños
físicos y psicológicos a las mujeres de Tigré.
« La gravedad y la amplitud de las infracciones
de carácter sexual cometidas son particularmente preocupantes, ya que se trata
de crímenes de guerra e incluso de crímenes contra la humanidad. Sus autores
pisotean los principios que son la base de nuestra humanidad. Esta situación
tiene que acabar”, ha declarado Agnès Callamard, Secretaria General de AI.
Entre los meses de marzo y junio de 2021 AI ha
recogido los testimonios de 63 víctimas de violación y otras formas de
violencia sexual, así como de trabajadores sanitarios y voluntarios
humanitarios. El informe de los resultados describe algunas de las prácticas
habituales que tienen el objetivo de aterrorizar y humillar a las víctimas,
doce las cuales –de las que cinco se encontraban embarazadas en el momento de
los hechos- declararon haber sido violadas por militares y/o milicianos delante
de sus familiares, incluidos niños. Como fue el caso de Letay, una joven de 20
años agredida en noviembre de 2020 por unos hombres armados que entraron en su
domicilio:
“Era ya de noche, tres hombres armados entraron en mi
habitación. No grité, con gestos me dieron a entender que si gritaba me
matarían. Me violaron uno detrás de otro…No sé si se dieron cuenta pero estaba
embarazada de cuatro meses. Tampoco sé si se dieron cuenta de que yo era una
persona”-
Nigist tiene 35 años y dos hijos. El 21 de noviembre
fue violada, lo mismo que otras cuatro mujeres, por militares eritreos.: “Tres
de ellos me violaron delante de mi hijo. Entre nosotros había una mujer
embarazada de ocho meses y también la violaron. Parecían hienas olfateando una
pieza para comerla… Violaron a las mujeres y masacraron a los hombres”.
Los servicios de salud de Tigré han registrado 1.288
casos de violencia relacionada con el género entre febrero y abril de este año.
El hospital de Adigrat ha asistido a 376 casos de violación entre el comienzo
del conflicto y junio de 2021, aunque según AI la cifra no es más que punta del
iceberg porque la mayoría de las víctimas no acuden a los centros de salud.
Unas víctimas que no superan el trauma y siguen
padeciendo complicaciones físicas y psicológicas: muchas siguen sangrando
tiempo después de ocurrida la violación, tienen dolores de espalda persistentes
y fístulas que no se cierran. Además de que en muchos de los casos se ha
contagiado el VIH en la violación y les quedan secuelas como falta de sueño, ansiedad
y angustia emocional.
El informe recoge los testimonios de doce víctimas que
permanecieron cautivas durante varios días, incluso semanas, durante las cuales
fueron repetidamente violadas, en general por varios hombres. Algunas de ellas
permanecieron encerradas en campamentos militares, otras en casas de zonas
rurales. Como Tseday, de 17 años, secuestrada
por ocho militares eritreos y conducida a un campamento donde permaneció dos
semanas, durante las cuales sufrió múltiples violaciones.
O como Blen, de 21 años, secuestrada el 5 de
noviembre de 2020 por militares eritreos y etíopes ; estuvo cuarenta días
encerrada con otras treinta mujeres : « Nos violaban por turno y nos
mataban de hambre ».
Dos de las víctimas interrogadas por AI tienen daños
irreversibles causados porque les introdujeron en la vagina clavos, grava y
pedazos de metal o plástico.
Tanto las víctimas como los testigos se quejan del
escaso apoyo médico y psicológico recibido a su llegada al campamento para
desplazados de la ciudad etíope de Shire
, lo mismo que en los campamentos para refugiados de Sudán.
« Al sufrimiento y al traumatismo se añade el
hecho de que las víctimas no han recibido suficiente apoyo. Es necesario que puedan
acceder a los servicios que necesitan, y a los que tienen derecho”, ha dicho
Agnès Callamard.
En el pasado mes de mayo, las autoridades etíopes
anunciaron que tres militares etiopes había sido declarados culpables y 25 más
inculpados de violación y otras agresiones sexuales, aunque no se ha informado
de que se haya celebrado ningún proceso ni se hayan adoptado medidas para
llevar a los responsables ante un juez., El 26 de julio, AI escribió al Primer ministro
etíope, al Fiscal General de Etiopía, al Ministro de Información y a la Ministra etíope de las Mujeres, los Jóvenes y los Niños, pidiéndoles su
reacción ante estos hechos; hasta el día de hoy no han recibido la menor
respuesta.
El aumento de las tensiones políticas en
Etiopía comenzó en 2018 cuando Abiy Ahmed se convirtió en Primer ministro y
poco a poco fue apartando del poder al Frente de Liberación del Pueblo de Tigré
(FLPT), que era la fuerza dominante en el país desde 1991. Por otra parte, el
acuerdo de paz con Eritrea, que valió a Abiy Ahmed el Premio Nobel de la Paz en
2019, con el tiempo se ve como una alianza militar entre ambos países, que le
sirve al Premier etíope para retomar el control de Tigré.
Desde que el pasado 4 de noviembre
de 2020 se iniciaron los combates en la región, han muerto miles de civiles,
cientos de miles de personas se ha
desplazado al interior de la región de Tigré y al menos 63.000 se han
refugiado en el vecino Sudán.
Ante la gravedad de los hechos
comprobados, AI pide al estado etíope que adopte medidas inmediatas para impedir
la violencia sexual que ejercen repetidamente militares y milicianos ; que
todas las denuncias de violencia sexual sean objeto de investigación,
independiente e imparcial, que las víctimas obtengan justicia y se cfee un
programa de reparaciones.
« Por otra parte –termina el
informa- las partes en conflicto deben comprometerse también a no poner trabas
a la llegada de ayuda humanitaria a la zona ».
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