Divertida comedia con intriga sobre el conflicto crónico palestino-israelí, que lleva camino de eternizarse, “Todo pasa en Tel Aviv” (título original “Tel Aviv on fire”), multiproducción y segundo largometraje del israelí árabe Sameh Zoabi (“Teléfono árabe”, 2010) residente en Estados Unidos, y protagonizada por Kais Nashif (Mejor Actor de la Sección Horizontes del Festival de Venecia 2018), Lubna Azabal y Yaniv Biton, parte de una idea suficientemente original como para atrapar enseguida al espectador.
Con un reparto de actores palestinos e israelíes, y rodada en árabe, hebreo, inglés y francés, la película no esconde su pretensión de ser el exponente de un deseo de reconciliación.
Aunque el relato se centra en Salam, un joven palestino que vive en Cisjordania y ha sido contratado por el productor, que es su tío, para corregir la pronunciación en árabe de la actriz francesa de la telenovela “Arde Tel Aviv”, pero que presume de ser el guionista, lo mismo podría haber elegido como protagonista a Assi, el oficial israelí del puesto fronterizo que Salam cruza por la mañana y por la noche, un vividor que chantajea al chico exigiéndole cambios en la línea argumental y que, junto a los cambios que piden los actores y las opiniones de las esposas que no se pierden un capítulo, acaba volviendo del revés el relato inicial.
Sin pretensiones, ingeniosa, defensora de la conciliación que no llega entre judíos y palestinos con un humor respetuoso y sincero, “Todo pasa en Tel Aviv” es una cuidadosa caricatura de una realidad sangrante y una injusticia histórica.
Comienza con una escena que repasa todos los excesos de las telenovelas (imágenes sobreexpuestas, mediocre actuación de los actores, violentos zooms), para continuar con un juego político y sentimental de metáforas sobre el conflicto insoluble y las relaciones de dominación que ha generado, y acabar rechazando lo que podría haber sido un happy end, lo que a mi entender evidencia la honestidad del guionista y realizador Sameh Zoabi, y pone de manifiesto la imposibilidad de colorear una realidad realmente sombría.
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