Una
edad de oro que sigue brillando
El último trabajo de los ganadores
de cuatro Oscar, Joel y Ethan Coen (No es país para viejos, Valor de ley,
Fargo), es una comedia sobre los años dorados de Hollywood. ¡Ave,César! cuenta
con un reparto plagado de estrellas: Josh Brolin (el “conseguidor” del
estudio), George Clooney (un romano converso), Alden Ehrenreich (el vaquero),
Ralph Fiennes (un director al borde de un ataque de nervios), Jonah Hill,
Scarlett Johansson (una sirena embarazada a quien molesta la cola), Frances
McDormand, Tilda Swinton (dos “cotillas” gemelas de la prensa de la época) y
Channing Tatum.
Los hermanos Coen han acariciado la
idea de esta película -última entrega de la “trilogía de los idiotas, después
de O’Brother y Crueldad Intolerable- al menos desde 2004 cuando, durante un
rodaje la comentaron con George Clooney: “Es una película sobre el cine, la
vida, la fe y el negocio”.
Josh Brolin es Eddie Mannix, un
“fixer” (un solucionador de problemas) de uno de los grandes estudios. La
película le sigue durante una jornada llena de problemas en los días en que la
“máquina de fabricar sueños” funcionaba sin darse tregua para llevar a los
espectadores del mundo occidental sangrientas historias de cristianos y
romanos, comedias musicales, adaptaciones teatrales, mucho western y aquellos
inolvidables ballets acuáticos cuya máxima encarnación fue la campeona de
natación Esther Williams. Mannix va de un plató a otro solventando
dificultades, encontrando soluciones a los problemas y manteniendo
razonablemente satisfechas a todas las “estrellas” -neuróticas, alcohólicas,
deprimidas…- que deambulan por los pasillos vestidas de cow-boy, legionario
romano o sirenita. El trabajo de Mannix no tiene horario. Menos aún cuando se
produce el secuestro de uno de los protagonistas (George Clooney), suceso que
nos reserva algunas escenas impagables (disfruten todo lo que puedan de la
llegada del submarino soviético, porque es irrepetible).
Los hermanos Coen han optado por
evidenciar que también son herederos de aquel mundo aparentemente enloquecido
ofreciendo una rigurosa reconstrucción de la forma artesanal de hacer cine en
la época, un tono irónico en la presentación de los personajes –actores,
directores, guionistas, encargados de atrezzo, decorados, maquillaje…- y un
hilarante aire melancólico, incluso en la exposición de las rivalidades, las
persecuciones y las presiones, para demostrar que a pesar de las evoluciones
tecnológicas Hollywood representará siempre ese cine “noble y popular que los
Coen perpetúan a su manera” Las estrellas de hoy que desfilan por la pantalla
se lo han agradecido trabajando a sus órdenes y desafiando el sentido del
ridículo; y los espectadores lo van a disfrutar.
Almibarada y kitsch, Ave César es
un divertimento, un ejercicio de libertad total, una declaración de amor al
cine y un homenaje al gran Hollywood, el del technicolor y la pantalla
panorámica, el de las mil y una adaptaciones de pasajes de la Biblia, las
aventuras de los pioneros en la conquista del Oeste y los musicales
trasplantados de los escenarios de Broadway. Un mundo lleno de lentejuelas que
brillaban lo justo porque todavía no habían nacido los efectos especiales.
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