
“Para vivir fuera de
la ley hay que ser honesto” (Bob Dylan, Absolutely Sweet Marie)
El
año más violento, un ejemplo de cine negro conseguido en torno a la confusión
entre conseguir la parte alícuota del sueño americano y formar parte del hampa,
lleva la firma del estadounidense J.C. Chandor (Margin Call, All Is Lost) y
tiene como protagonistas a la pareja formada por Oscar Isaac y Jessica
Chastain, acompañados por un casting acertado que encabezan Davis Oyelowo,
Alessando Nivola y Albert Brooks; actores todos con el talento y carisma
suficientes para hacer sin complejos “una de gansters”, con todos sus
defectos y algunas virtudes. Ambiciosos, esclavos de sus egos, faltos de
escrúpulos, tipos de los que únicamente respetan la amistad… y tampoco. Esto es
cine negro, del bueno.
De
acuerdo con las estadísticas oficiales, el año 1981 fue el más peligroso, el que
registró mayor número de actos violentos en la ciudad de Nueva York: más de un
millón de delitos, entre ellos cientos de asesinatos y violaciones. Ambientada
en los meses de aquel terrible invierno, y escrita a partir de la novela del
mismo nombre, de la que es autor el realizador Chandor, El año más violento es
un drama criminal casi perfecto en torno al destino de un inmigrante mexicano
que intenta hacerse un hueco en el lucrativo negocio de la gasolina, en un
Nueva York nevado.
En
medio de esa violencia onmipresente, Abel Morales (Oscar Isaac, A propósito de
Llewyn Davis), un latino que se ha abierto camino en la jungla de los negocios,
intenta sacar adelante un honesto negocio de camiones de reparto de gasolina,
junto a su ambiciosa esposa Anna (Jessica Chastain, La noche más oscura), hija
de un notorio mafioso de Broolklin. Rodeado de corruptos y criminales –que
estaban en el mismo “business” ante que él y se niegan a hacerle sitio-, y a
pesar de los esfuerzos por mantenerse firme en unas convicciones que chocan
irremediablemente con la corrupción galopante de su entorno, irá asistiendo
impotente al desmoronamiento de su pequeño imperio “en una espiral de traición
y violencia sin control, hasta desembocar en una carrera por la propia
supervivencia”.
Están
también, como no podía ser de otra manera, el abogado fiel, el fiscal (honesto
pero extremadamente ambicioso) que le persigue por estafa y malversación, el
mafioso “dandy”, que juega al tenis solo, aislado en su casa bunkerizada… están
los grandes hangares donde se dan palizas de muerte, los descampados donde se
cierran sospechosos negocios, las lujosas casas y apartamentos… esta todo, o
casi todo, lo que habíamos visto en los grandes clásicos y también en las más
que dignas películas de serie B de la industria de Hollywood.
El
realizador de El año más violento, J.C. Chandor, con apenas 40 años “parece
haberlo visto todo”… y se divierte recreando sus recuerdos de cinéfilo,
reiventando el clasicismo y aportando audaces variaciones”: viendo El año más
violento pensamos inevitablemente en Serpico, en Scorsese, en los muchos Al
Pacino, en las persecuciones de camiones de French Connection, en las intrigas
de algún Hitchcock “que incitaba a los personajes a matarse entre ellos: todo
es cine en El año más violento. Todo sirve al cine, todo exalta al cine ( … )Y
la belleza de Nueva York que Abel, de camino hacia el éxito, contempla en una
iluminación dorada y polvorienta…Excitante e indispensable” (Pierre Murat,
Télérama).
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