Dos atentados con coches bomba, llevados a cabo el 26 de
julio de 2014 en las ciudades sirias de Atma y Azaz, han causado numerosas
víctimas mortales, entre las que se
encuentra un miembro del equipo de Médicos sin Fronteras(MSF), según informa la
organización humanitaria internacional en un comunicado en el que condena los
atentados dirigidos contra civiles.
En Atma (en la zona de Idlib), un atentado con coche bomba
dejó una veintena de muertos, entre ellos un empleado sirio de MSF, y alrededor
de 80 heridos. A las 18 horas, un coche se paró cerca del mercado de la
localidad explotando justo cuando allí se encontraba un gran número de personas
comprando víveres para festejar el Aid o final del mes de ayuno del Ramadán. Hasta ahora, la ciudad de Atma había
quedado relativamente al margen de los enfrentamientos armados. En la zona,
fronteriza con Turquía, existe muchos
campos de refugiados que albergan a cerca de 70.000 sirios. Todo parece indicar
que el atentado iba deliberadamente dirigido contra civiles.
MSF, que tiene instalado un hospital en la zona, recibió a
41 heridos, seis de los cuales fallecieron posteriormente; entre éstos se
encontraba el miembro de su personal, quien murió poco después de ingresar.
Poco antes también había estallado otro coche bomba en la
localidad de Azaz, ciudad situada cerca de la frontera turca y controlada por
la oposición al régimen de Bachar el-Assad. El balance provisional es de cinco
muertos y veinte heridos.
Después de más de tres años de conflicto, según
distintas fuentes los muertos se elevan a más de 170.000. Más de un sirio de
cada trez se ha visto obligado a huir de su residencia, para refugiarse en otra
región considerada menos peligroso o en el extranjero.
MSF – que tiene cuatro hospitales, dos centros de salud y
unas cuantas clínicas móviles en las regiones controladas por la oposición en
el norte de Siria- denuncia que, lo mismo que las escasas organizaciones
internacionales que continúan trabajando en Siria, cada vez tiene más
dificultades para prestar ayuda a la población. “En ese contexto de enorme
inseguridad, nuestra capacidad para ayudar se ve hoy extremadamente limitada”,
ha manifestado el doctor Mego Terzian, presidente de Médicos sin Fronteras.
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