La organización internacional Human Rights Watch
(HRV) ha pedido a las autoridades marroquíes la derogación del arrtículo 489
del código penal según el cual la
homosexualidad es un delito que puede castigarse con condenas
de cárcel de seis meses a tres años y multas de entre 120 y 1.200 dirhams
(entre 18 y 90 euros).
La demanda de HRW se ha producido
tras la condena, el 2 de julio de 2014, de seis hombres acusados de
homosexuales en la localidad de Fqib Bensalah (centro del país). En mayo
pasado, los seis marroquíes fueron condenados a penas de cárcel y a ser
expulsados de la ciudad una vez finalizado el cumplimiento; una sentencia
confirmada ahora por el tribunal de apelación que ha reducido las dos condenas
más largas de tres años a dos y ha dejado en suspenso el cumplimiento de las
restantes y ha anulado el destierro posterior. Según HRW, la condena se ha
dictado “sin que el tribunal de apelación citara a ningún testigo ni examinara
ninguna prueba, a pesar de que los seis acusados han negado ser homosexuales”.
Según
uno de los abogados de la defensa, citado por HRW, el tribunal de apelación se
ha basado en las declaraciones efectuadas por los acusados “mientras se
encontraban en manos de la policía; declaraciones firmadas bajo amenazas”.
Sarah Leah Whiston, responsable
de HRW para Oriente Medio y Norte de Africa ha explicado que la organización humanitaria
ha pedido al gobierno marroquí que “deje de perseguir a las personas por
homosexualidad (…) Si Marruecos aspira, como asegura, a ser un líder regional
en materia de derechos humanos debería empezar aboliendo las leyes que discriminan
algunas relaciones entre adultos que consienten”. Según la ONG, esta criminalización constituye “una
violación de los derechos humanos fundamentales protegidos por el derecho
internacional”, al que Marruecos está sometido desde que el gobierno de Rabat
firmó el pacto Internacional relativo a los derechos civiles y políticos (PIDCP).
HRW
recuerda también que en el preámbulo de la Constitución de 2011, aprobada
precisamente mientras tenía lugar la revolución de la “primavera árabe” en los países vecinos de
Marruecos, figura el compromiso de “desterrar y combatir cualquier
discriminación contra cualquier persona en razón del sexo, color, creencia,
cultura, origen social o regional, la lengua o cualquier otra circunstancia
personal”.
Según el Observatorio Internacional de
los Derechos (www.ossin.org) la
homosexualidad en Marruecos está afectada por una doble H: Hchouma (vergüenza)
y Haram (pecado). Lo mismo que su religión y su ley, la sociedad marroquí es
incontestablemente homófoba. En 2013, Mohamed Assebam, miembro del Consejo de
los ulemas de Rabat-Salé, pedía en la prensa “la hoguera para los homosexuales”.
Para muchos marroquíes, la homosexualidad es algo “contra natura” porque no
persigue la procreación, único objetivo oficialmente reconocido de las
relaciones sexuales. Por eso, en la país la homosexualidad es una circunstancia
que la mayoría de las veces se vive en secreto, o al menos con la suficiente
discreción como para escapar de los “perseguidores
de maricas”, individuos incontrolados que les persiguen, acosan e incluso
atacan físicamente con relativa impunidad.
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