“El reflejo de Sibyl”, tercer largometraje de la
cineasta francesa Justine Triet (“La batalla de Solferino”, “Victoria”), y
segunda colaboración de la realizadora con la actriz belga Viginie Efira
(“Victoria”, “Un hombre de altura”), es una de esas producciones de historias
dentro de otras historias, en un juego de espejos que simultanean drama, comedia y romance,
hacen fluir realidad y ficción y confunden presente y pasado. Completan el
reparto Adéle Exarchopoulos (“La vida de Adéle”), Gaspard Ulliel (“Un pueblo y
su rey”) y Sandra Hüller (“A la vuleta de la esquina”).
Esta Sibyl quiere abandonar su trabajo
como psicoanalista para dedicarse a escribir novelas. Pero la llegada de una
nueva paciente, Margot (Adéle Exarchopoulos) , una actriz de cine inmersa en un
gran conflicto personal (en pleno rodaje acaba de enterarse de que está embarazada
del protagonista, que es la pareja de la realizadora), van a impulsar a la
terapeuta a usarla como inspiración para escribir su propia historia, un mundo poroiso
en el que se confunden realidad y ficción, y el vértigo es una amenaza
constante.
Retrato
de una mujer explosiva, en « El reflejo de Sibyl » Justine Triet y
Arthur Harari, coautores del guión y
padres de una niña, tejen una historia compleja a base de transgresiones,
juegos de máscaras y de dobles, que interpreta un coro de buenos actores.
Una
primera parte nos introduce en la vida cotidiana urbana; la segunda nos
traslada a un rodaje caótico, en la isla de Stromboli, donde la directora
(Sandra Hüller, acaba de enterarse de la infidelidad de “su hombre y su
actriz”) se encuentra en plena crisis de nervios.
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