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Barcaza de inmigrantes. Foto Radio Vaticana |
«Proponiendo dedicar navíos de
guerra a patrullar en las aguas territoriales libias, las autoridades italianas
intentan escapar a su obligación de socorrer en el mar a los migrantes y
refugiados, y ofrecer protección a quienes lo necesiten», denuncia Amnistía
Internacional (AI) en un comunicado con fecha 2 de agosto de 2017.
Según esta información, está
previsto que seis barcos de guerra italianos acudan a ayudar a los guardacostas
libios a interceptar y devolver al país a refugiados y migrantes, donde se
verán expuestos a todo tipo de violaciones de los derechos humanos. «Es
probable que a los militares italianos se les permita recurrir a la fuerza
contra los traficantes de personas, y que los refugiados y migrantes se encuentren
atrapados entre dos fuegos», continua el comunicado.
En lugar de enviar barcos para
ayudar a salvar vidas y ofrecer protección a personas desesperadas que escapan
de la guerra, el hambre y el terror, Italia ha decidido utilizar sus barcos de
guerra para empujarles a regresar a Libia. “Esta vergonzosa estrategia no va
destinada a detener el número siempre creciente de víctimas en el Mediterráneo,
sino a que migrantes y refugiados desaparezcan de las costas italianas. La
“seguridad” de que se respetarán los derechos de las personas devueltas suenan
a hueco para quienes ya han sufrido terribles violencias en los centros de
detención libios”.
El informe de AI titulado "A
perfect storm: The failure of European policies in the Central Mediterranean"
(https://www.amnesty.org/fr/documents/eur03/6655/2017/en/), concluye que los
gobiernos europeos no tienen en cuenta a los ahogados y cierran los ojos ante
la violencia, tortura y violaciones.
Libia
sigue siendo muy peligrosa para los refugiados y migrantes
Allí, son sistemáticamente víctimas
de homicidios, secuestros, esclavitud y trabajo forzado, violación y otros
atentados a los derechos humanos: En el país no existe el derecho de asilo, la
entrada y permanencia se consideran ilegales, y su criminalización se traduce
en la detención automática de miles de personas.
¡Europa
debe salvar vidas!
Morir o regresar al infierno libio:
esta es la disyuntiva que plantea Europa a los refugiados y migrantes. Amnistía
Internacional ha puesto en marcha una recogida de peticiones para pedir a los
gobiernos europeos que cumplan con su deber de salvar vidas. (https://www.amnesty.fr/refugies-et-migrants/petitions/morts-en--mer-leurope-doit-sauver-des-vies)
Muertos
en el mar: el cinismo de Europa
A finales de junio de 2017, AI
publicaba un informe con este título, denunciando que las autoridades europeas
se limitan a «deplorar» el creciente número de personas que mueren en el
Mediterráneo, pero no hacen nada para salvar sus vidas. “Por el contrario, les
ponen en mayor peligro, no refuerzan las operaciones de salvamento y actúan
para que los migrantes y refugiados se queden bloqueados en países que se
burlan de sus derechos y su seguridad”.
Desde el comienzo de 2017 han
muerto más de 2.000 personas en el mar, buscando un refugio en Europa. “La
Unión Europea se obstina en reforzar los controles fronterizos y en multiplicar
las devoluciones a los países de origen. No ofrece a migrantes y refugiados la
posibilidad de llegar a Europa con seguridad”.
Actualmente, el método que preconizan
los dirigentes europeos es «la externalización», transfiriendo sus
responsabilidades a los países de donde vienen, o a aquellos por los que
transitan, y pidiéndoles que refuercen los controles fronterizos. Todo ello con
el objetivo de impedir a esas personas que se acerquen a Europa, en lugar de
ofrecerles la protección que necesitan como seres humanos. Los Estados de la UE
no dejan de ofrecer contrapartidas a cambio del refuerzo de los controles
fronterizos, e incluso en algunos casos intervienen directamente, mediante la
formación o la entrega de material para hacerlos más eficaces.
La puesta en práctica de una
política de «externalización» favorece las violaciones de los derechos humanos,
asegura AI, porque muchos de esos países “controladores” no los respetan. Lo
que entraña consecuencias terribles para las personas: devoluciones forzosas,
expulsiones colectivas, detenciones arbitrarias, malos tratos…la UE permite que
se esos estados intermediarios utilicen estas medidas para controlar mejor sus
fronteras.
Sin embargo, ni siquiera estas
medidas están resultando eficaces para el objetivo perseguido: no disminuyen
necesariamente el número de los que quieren llegar a Europa. A falta de
disponer de otras soluciones, quienes huyen de los conflictos, las
persecuciones y la pobreza, siguen intentando huir por el único medio de que
disponen, poniendo sus vidas en manos de “pasantes” poco escrupulosos, cuando
no mafiosos o traficantes de personas.
El
acuerdo con Libia: una sórdida cooperación
Un deplorable ejemplo de esta
política es el acuerdo de cooperación entre la UE y Libia. «Los dirigentes
europeos han reforzado la cooperación con los guardacostas libios, formándoles
y proporcionándoles barcos, con lo que les transfiere el poder de interceptar a
los refugiados y migrantes en el mar, para devolverlos a su país. Una opción
que podría ser válida si la situación en Libia no fuera un infierno para esas
personas”.
Esta política europea expone a
miles de individuos a violaciones indescriptibles en los centros de detención a
los que son enviados en el momento en que pisan suelo libio, y en los que
permanecen encerrados indefinidamente, sometidos a torturas, palizas, violaciones
y otras formas de explotación de sus guardianes.
«Por otra parte -asegura AI- como
hemos podido constatar en numerosas interceptaciones en el mar durante los
últimos meses, los guardacostas libios ignoran los más elementales protocolos
de seguridad, así como las normas internacionales para evitar poner en peligro
a los pasajeros de los barcos que poden socorro, hasta el punto de que en más
de una operación de salvamento no han dudado en abrir fuego”.
«La dignidad, la integridad y a
veces la vida de los refugiados y migrantes es el precio que la UE está
dispuesta a para disuadirles de llegar a sus costas».
Es
imperativo un cambio radical de política
Es una evidencia que conviene
recordar sin tregua: los dirigentes de la UE tienen que abstenerse, de manera
urgente, de cualquier forma de cooperación que deje a los migrantes y
refugiados bloqueados en países donde se violan sus derechos fundamentales. Más
globalmente, los dirigentes europeos tienen que dejar de interesarse únicamente
en el objetivo de la disminución de personas que atraviesan el mar.
Son necesarios, en cambio,
programas audaces que aseguren la protección de los derechos humanos en los
países de origen y de tránsito, y poner a disposición de migrantes y refugiados
rutas seguras para que puedan llegar al territorio europeo. Estas medidas
aportarían una solución más segura y ordenadas que las actuales travesías
peligrosas y permitirían apartar a los refugiados y migrantes de las redes criminales
que se alimentan con su desesperación.
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