Otra historia de zombis con el añadido
de que, en este caso, los zombis son niños desastrados y polvorientos que
cuando sienten que hay sangre cerca empiezan a chocar sus mandíbulas en un
desagradable concierto. En ese mundo de pequeños adolescentes con el cerebro
medio muerto a causa de virus o bacterias, no está muy claro, y los rostros
cubiertos por una costra de suciedad, Melanie tiene un cerebro en buenas
condiciones en el relato dirigido por el hasta ahora realizador de televisión Colm
McCarthy e interpretado por Glenn Close (“Las relaciones peligrosas”, “Albert
Nobbs”), en el papel de la científica sin piedad, Gemma Arterton (“Gemma
Bovery”, “Hansel& Gretel: Witch Hunters”) como una profesora sentimental y
la debutante Sennia Nanua, que es la zombi Melanie, una niña de 10 años en cuyo
cerebro podría encontrarse justamente la clave para salvar el mundo.
Pero Melanie no es una excepción;
un pequeño grupo de niños como ella, inmunes al terrible virus que está
diezmando a la población, está detenido en un campo militar de la Inglaterra
rural. Aunque también ellos se alimentan de carne humana, aún conservan
sentimientos, y son objeto de la investigación de una bióloga, que quiere
encontrar la vacuna capaz de salvar a la especie humana. Cuando las hordas de
zombis hambrientos atacan la base, el pequeño grupo emprende una odisea por un
Londres en ruinas donde Melanie se convierte en la guía...
Basada en una idea del escritor de
ciencia ficción Mike Carey, “Melanie” es una película post-apocalíptica, de
horror, dramática, fría, gris en la forma y en el fondo, con las banalidades
habituales del género, previsible, con una banda sonora repetitiva que no
consigue mantener el suspense, los pequeños desafortunados no dan miedo y el
ambiente creado, gris y sucio, acaba por fatigar. Está claro que “las de
zombis” no son lo mío.
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