Ignoro qué quería decir exactamente Antonio García –uno de los tres hermanos García que son el leit motiv del segundo largometraje documental de la cineasta navarra Ione Atenea (“Enero”). Quiero creer que estaba escenificando su personal “arriba y abajo” pero, en todo caso, lo que sí estaba diciendo es que creía en el destino.
Seguramente el mismo destino que llevo a la
directora de este documental a vivir en la que fue morada, construida en los
años ‘60–en Vallcarca, uno de los cinco barrios del distrito de Gracia, antaño
zona de veraneo de la burguesía catalana- de los hermanos García, tres
personajes bastante peculiares de la Barcelona de mediados del siglo veinte.
Ese es el comienzo del documental: el
momento en que la realizadora y su hermana, Marina Lameiro –también documentalista,
directora de “Young & Beautiful”- se
trasladan a la casa de dos plantas y un sótano, que han comprado (o alquilado,
creo que no lo explican y tampoco tiene importancia) y quieren pensar que,
entre el polvo acumulado sobre la ingente cantidad de objetos que la abarrotan,
de alguna manera sigue latiendo la energía de “los García”: el piano, una
guitarra, libros, cientos de dibujos, montones de cassettes, muñecos, bibelots,
cuadros, pequeñas joyas, recortes de periódicos y revistas, una carpeta que tiene
escrito “guiones”, cartas y fotos, miles de fotos, los tres hermanos “transmutados” en personajes del oeste, en
gansters, en protagonistas de los filmes “que permitían evadirse” del paisaje
gris de aquella dictadura…
“Como personajes atrapados en unas
películas sin hacer”, Antonio García fue un cotizado dibujante de historietas y
personajes en los tebeos de la muy prestigiosa Editorial Bruguera (1910-1986).Tuvo
su momento de gloria cuando distintas editoriales anglosajonas y francesas se
interesaron por sus dibujos. También tuvo un amor, se llamaba Julia y sus cartas
y sus fotos están llenas de ilusión y de promesas de amor eterno.
Su
hermana Rosa fue pianista y cantante lírica, pasó por la Escuela del Liceo y
participó en recitales y conciertos; dicen que Montserrat Caballé le invitó a
cantar con ella: “Adoraba los caballos, los niños la veían sorprendidos cuando
galopaba por las calles del barrio”. El tercero se llamaba Juanito y de él se
sabe poco. Entre lo que se sabe está la
certeza de que los tres vivieron juntos, y con toda probabilidad solteros,
hasta el final de sus días: Rosita, la hermana mediana, fue la última en
fallecer.
Mientras Antonio vivía entre Londres y
París trabajando para editoriales extranjeras, Rosita y Juanito transformaron
la librería que tuvo su madre en el Barrio Gótico en una licorería.
Con todo este material
desordenado y su voz en off la realizadora ha confeccionado un documental
efectista que habla tanto de los hermanos García como de ella misma, que “completa con ideas de cosecha propia sus vacíos de
información, erigiéndose este largometraje en un cariñoso y respetuoso canto al
talento artístico anónimo, a la libertad creativa y al poder de la imaginación
para viajar más allá de los muros de una casa o una existencia cercada por una
dictadura política y una sociedad machista”.
El documental también destaca la defensa de los
derechos de autor que hizo Antonio, siendo vicepresidente del Club Dhin,
incipiente sindicato creado por los dibujantes de Barcelona.
Una vez finalizada esta película, dibujos originales,
tiras de tebeos, correspondencia y comics de Antonio García fueron donados al
Museo del Cómic y la Ilustración de San Cugat del Vallés.
(1) “Los caballos mueren al amanecer puede encontrarse
en la cartelera madrileña desde el pasado 3 de marzo de 2023.
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