«Kan
kun være malet af en gal Mand!» («Solo puede haberlo pintado un loco). Esta
es la inscripción, casi imperceptible a simple vista, que el artista noruego Edvard
Munch (1863-1944) dejó escrita en su celebérrima obra “El grito”, que tanto
juego ha dado, para expresar nuestras angustias y miedos, durante el año que llevamos conviviendo con el
virus.
Imagen Wikimedia Common
Las palabras escritas por Munch, confirmadas
mediante imágenes obtenidas con rayos infrarrojos el pasado 22 de febrero,
cierran el interrogante planteado desde hace años acerca de la autoría de ese
texto, tal y como explica un artículo de la revista “Scientific American” y
confirma Mai Britt Guleng, conservadora del Museo Nacional de Oslo: “La
fotografía de infrarrojos ha proporcionado una imagen nítida de la frase, lo
que ha permitido compararla con la escritura de Munch. Además, el tamaño de la
letra es demasiado pequeño como para suponer que pudiera ser obra de un
vándalo”.
Escrita a lápiz, la frase se encuentra arriba, a la izquierda de la
emblemática tela expresionista convertida en símbolo de la angustia
existencial, que ya en su día llevó a los científicos a plantearse varias
preguntas acerca de la salud mental del autor.
El texto del cuadro se ha cotejado con algunas cartas personales que se
conservan de Munch y que, palabra de
grafólogos médicos, le describen como un provocador vulnerable que temía
heredar la depresión que padecieron su abuelo y su padre, o los síntomas de su
hermana Laura, paciente de los servicios de psiquiatría.
“En su familia –dice la señora Guleng- había enfermedades hereditarias,
desde algunas mentales hasta la tuberculosis. Pero la inscripción que dice que
solo ha podido pintarla un loco, precisamente porque es suya hay que
considerarla como una ironía”.
“El grito” (Skrik en noruego) son cuatro lienzos pintados en 1983 por el
genial artista noruego Edvard Munch, que
se expusieron por primera vez en
1895 en Dinamarca, en una galería de
arte privada de Christiania.
La versión más famosa de “El grito”, una de las obras más importantes del
expresionismo, se encuentra en el Museo Nacional de Noruega; hay otras dos en
el Museo Munch, también en Oslo, y la cuarta pertenece a una colección
particular. Todas las versiones muestran una figura andrógina en primer plano,
símbolo del hombre moderno en plena crisis de angustia y desesperación
existencial. El fondo es la ciudad de Oslo vista desde la colina de Ekeberg.
En los últimos años dos de las versiones han sido objeto de sendos robos.
La del Museo Nacional fue robada en febrero de 1994 y recuperada tres meses
después por la policía. Rn agosto de 2004 robaron uno de los cuadros del Museo
Munch, que también recuperó la policía dos años después, En cuanto al cuarto,
que llevaba más de 70 años en la casa del noruego Petter Olsen, vecino, amigo y
mecenas de Munch, la vendieron en 2012 sus herederos, por 119,9 millones de
dólares, en una subasta celebrada en la casa Sotheby’s de Nueva York.
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