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Portada del informe de Amnistía Internacional |
En Kenia, está en juego la suerte
de 260.000 refugiados, mayoritariamente somalíes. El cierre del mayor campo de
refugiados, previsto inicialmente para finales de noviembre de 2016, se ha
retrasado seis meses. De cumplirse los proyectos del gobierno keniano, los
refugiados serían devueltos a un país asolado por la guerra, escribe Amnistía
Internacional (AI) en un comunicado.
El mayo de 2016, el gobierno de
Kenia anunció el cierre de Dadaab, argumentando razones de seguridad. Las
autoridades de Kenia no han dejado ni un momento de establecer una relación
directa entre los refugiados somalíes y el grupo armado Al-Shabaab, aunque
nunca han aportado ninguna prueba real que apuntale sus afirmaciones. Lo mismo
que se quejan de la falta de solidaridad de la comunidad internacional, que no
les ayuda a acoger a tantas personas. El informe de AI “Nulle part où aller”
(Ningún sitio al que ir, https://amnistie.ca/sinformer/publications/rapport/nulle-part-aller),
publicado con fecha 18 de noviembre de 2016, describe los reenvíos forzosos de
refugiados somalíes al campo de Dadaab.
Tan solo el 38% de las actuaciones,
referidas a los refugiados en Kenia, del Alto Comisionado para los Refugiados
(HCR) han sido financiadas. A otros estados les cuesta ofrecer suficientes
plazas para reinstalar a los refugiados: en 2015, solo 5.000 refugiados
somalíes consiguieron ser acogidos en otros países.
Presiones
para que se vayan
El gobierno keniano ha asegurado
que todos los regresos de refugiados serían voluntarios, y que se efectuarían
de forma segura y digna. Sin embargo, algunos representantes del gobierno
amenazan a los residentes del campo para conseguir que se vayan antes de la
fecha del cierre. Además, ni Naciones Unidas ni las organizaciones no
gubernamentales que se ocupan de vigilar los procedimientos de regreso informan
suficientemente a los refugiados de los peligros del conflicto armado en
Somalia. Por ejemplo, en agosto pasado miles de personas formaron parte de un
contingente de regreso, a pesar de que las informaciones del HCR sobre la
seguridad en Somalia no se habían actualizado desde diciembre de 2015.
Estos refugiados somalíes en Kenuia
se encuentran frente a una cruel alternativa: las autoridades kenianas les
dicen que si no se marchan voluntariamente antes del final del mes luego
tendrán que partir obligatoriamente sin disfrutar de la menor ayuda. “Las
autoridades kenianas nos empujan hacia Somalia. Se han paseado por todos los
sectores del campo, micrófono en mano, diciendo: ‘Tenéis que ir a registraros
para volver a Somalia (…) Si no lo hacéis ahora, tendréis que marcharos
andando, con vuestro hijo a la espalda”, explica Hadi, un refugiado que vive en
Dadaab desde hace 24 años.
Pero la vuelta a Somalia es muy
peligrosa. Un conflicto armado sigue asolando el país. En el interior hay más
de un millón de desplazados. Las autoridades carecen de recursos para acoger a
los refugiados procedentes de Dadaab, son muy escasos servicios tales como
alojamiento, atención médica y educación. AI ha entrevistado a dos hermanos, de
15 y 18 años, que volvieron a Somalia en enero de 2016 y regresaron a Dadaab cuatro
meses más tarde: cuando llegaron a su casa asistieron al asesinato de su padre
y fueron enrolados a la fuerza por Al Shabaab. Al final, encontraron la forma
de escapar.
“En Somalia, no hay estructuras
para las personas minusválidas. Como refugiados recién llegados, somos los
últimos en la lista de preocupaciones del gobierno”, dice Mouna, madre de un
niño minusválido.
¿Qué
solución para 260.000 refugiados?
Ni Kenia, ni la comunidad
internacional, han propuesto soluciones a la mayoría de refugiados que no
quieren regresar a Somalia. Las crecientes restricciones que pone Kenia a los
refugiados somalíes coinciden ahora con el rechazo de los países ricos a asumir
su parte de responsabilidad para proteger y acoger a refugiados.
Diez países acogen a más de la
mitad de los 21 millones de refugiados que hay en el mundo, y Kenia es uno de
ellos.
En lugar de concentrarse en la
devolución de refugiados a Somalia, donde corren el peligro de que se violen
nuevamente sus derechos fundamentales, la comunidad internacional debería
trabajar con el gobierno keniano para encontrar soluciones duraderas. Y eso
debería pasar por el aumento de plazas para los refugiados más amenazados. Pero
eso presupone que Kenia debe garantizar igualmente los derechos de los refugiados
y encontrar la forma de integrarles en los pueblos y barrios de acogida, lejos
de los campos, y contando con el apoyo de la comunidad internacional.
AI propone interpelar al presidente
de Kenia, pidiendo soluciones, que no sean la devolución forzosa a Somalia,
para los refugiados del campo de Dadaab, petición que puede firmarse en https://www.amnesty.fr/refugies-et-migrants/petitions/camps-de-dabaab-stop-aux-renvois-forces-de-refugies
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