jueves, 17 de marzo de 2022

En Chernobyl, 200 rehenes trabajan amenazados por los fusiles rusos

Chernobyl tras el accidente nuclear del 26 de abril de 1986

Un reciente artículo publicado en el periódico neoyorquino  Wall Street Journal detalla las « espantosas condiciones en que viven y trabajan los 200 ingenieros y empleados ucranianos que se encuentran en Chernobyl, detenidos por las tropas de Moscú ».

 Recordemos que, en los primeros momentos de  la invasión rusa, el ejército de Vladimir Putin tomó la central de Chernobyl, con enorme preocupación en los países occidentales europeos que temen un salto cualitativo en las intenciones del dictador del Kremlin, a quien el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, acaba de calificar como “criminal de guerra”. La verdad es que no era necesario el calificativo, basta echar una ojeada a los informativos de las últimas semanas para saber cómo hay que llamar al dictador paranoico que sueña con recomponer lo que en su día fue “la gran Rusia”, la de los zares pero también la del comunismo irredento de cuando los disidentes se pudrían en los gulags siberianos.

 Volvamos al caso de Chernobyl. Convertidos en auténticos secuestrados, continuamente amenazados por las armas rusas, los 200 trabajadores de la central nuclear de Chernobyl “trabajan sin descanso, sin tregua ni libertad, día y noche, para garantizar la seguridad de un sitio en el que, según las palabras exactas de la Agencia Internacional de la Energía Atómica, AIEA,  (https://www.latribune.fr/economie/international/tchernobyl-epuise-le-personnel-du-site-nucleaire-ne-fait-plus-les-reparations-de-securite-aiea-906050.html), no se están llevando a cabo  reparaciones que, sin embargo, son importantes”.

Llegado para trabajar unas horas en la noche del 23 de febrero de 2022,  el personal encargado de la vigilancia y el mantenimiento del sarcófago y la seguridad de las instalaciones de Chernobyl, no se ha movido del lugar desde entonces. “Allí viven (mal), duermen (mal), comen (mal) y sobre todo trabajan non stop bajo la amenaza de los fusiles rusos ».

« Su alimentación –escriben Joe Parkinson y Drew Hinshaw, periodistas del Wall Street Journal- consiste en gachas de avena y alimentos enlatados, preparados por un cocinero de 70 años que ya se está afectado por la fatiga. Les han confiscado los teléfonos y los soldados rusos les siguen a todas partes en ese laberinto de pasillos de hormigón”.

Los periodistas del Wall Street Journal han podido hablar con algunos de los trabajadores de la central, así como con sus familias, y han accedido a las grabaciones de algunas conversaciones telefónicas, y lo que describen pone los pelos de punta: “personas agotadas, enfermos que necesitan tratamientos o medicinas, individuos a punto de amotinarse…según algunos de los encerrados, el himno de Ucrania se escuchó un día a todo volumen en los altavoces de la central, como un desafío”. Las autoridades de Ucrania han pedido varias veces la apertura de un corredor humanitario para que esos trabajadores puedan ser relevados, pero de momento Moscú se niega.

Según la AIEA y la mayoría de expertos occidentales, el mayor riesgo es que se produzca una desconexión eléctrica de las piscinas de enfriamiento donde se encuentran las barras de uranio de la central. “Parece bastante improbable que tenga lugar una catástrofe  de alcance continental, pero no se descarta un desastre local”.

En los últimos días, los servicios de inteligencia ucranianos han avanzado la hipótesis –comentada en la emisora NPR (National Public Radio, la principal red de radiodifusión no comercial y de servicio público de Estados Unidos)-  de que las tropas rusas puedan llevar a cabo “una operación de tipo ‘false flag’ (bandera falsa) simulando un ‘ataque terrorista’ contra la central, o lo que quede de ella (https://www.npr.org/2022/03/11/1085427380/ukraine-nuclear-power-plant-zaporizhzhia?t=1647403827384&t=1647497575427), y culpen a supuestos saboteadores ucranianos”.

 

Una hipótesis que, a la vista del brutal ataque armado de hace unos días a la central nuclear de Zaporijia, “la más importante de Europa, demuestra que las fuerzas rusas parecen insensibles al peligro atómico, o completamente cínicas”. Los vídeos del ataque demuestran que se disparó sobre los gigantescos reactores de la central, y que algunos obuses cayeron a escasos metros de las instalaciones.

 

De momento –finalizan los autores del reportaje- “entre la toma de rehenes del personal de Chernobyl y el irresponsable ataque de Zaporijia, la posibilidad de que se produzca un ataque de ‘terrorismo nuclear’ está del lado ruso”.

 

 

 

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