Un colectivo de unas decenas de feministas ha impedido,
manifestándose el 12 de noviembre de 2019 ante el cine Le Champo, en el
distrito V de París, el preestreno de la película “J’accuse”, de Roman
Polanski.
Vestidas de negro y exhibiendo pancartas con los nombres de las mujeres que
acusan a Polanski de violación, las manifestantes han hecho un llamamiento a todas las salas de cine “para que dejen de proyectar
la obra de un violador”. Tras unos minutos de enfrentamiento entre las
manifestantes y algunas personas que acudían al cine y defendían su derecho a
ver la película, la dirección de Le Champo decidió anular el pase de la
película.
Hace unos días, el
realizador francés de origen polaco, fue acusado por la actriz Valentine
Monnier de haberle violado en 1975, cuando ella tenía 18 años. Una acusación
que se suma a las varias que pesan sobre Polanski, la primera – que le impide
desde finales de los años de 1970 poner un pie en Estados Unidos, donde existe
una orden de busca y captura- la de la adolescente de 13 años Samantha
Gailey en 1977, resuelto hace tiempo en la vía civil mediante un acuerdo con
indemnización millonaria, pero pendiente de resolución penal.
“J’accuse”,
el título de la última película de Roman Polanski premiada en el Festival de
Venecia de septiembre pasado (1), hace referencia al artículo homónimo
publicado por el escritor Emile Zola en el periódico “L’Aurore” el 13 de enero
de 1898, en forma de carta abierta al presidente de la Republica, Félix Faure,
sobre el flagrante caso de antisemitismo
montando contra el oficial Alfred Dreyfus, de confesión judía, acusado
erróneamente en 1894 de ser espía alemán y condenado a cadena perpetua en la
Isla del Diablo, en la Guayana Francesa. Identificado tres años más tarde el
verdadero traidor, un tal comandante Walsin Esterhazy, quien fue declarado no
culpable en un Consejo de Guerra en
1898. A pesar de que las acusaciones contra Alfred Dreyfus quedaron sin efecto
en una revisión del caso en 1890, no fue rehabilitado hasta 1906 por un
tribunal de casación.
La
escandalosa sentencia del comandante Esterhazy fue lo que provocó el artículo
“J’accuse” de Emile Zola -en el que acusaba directamente a diez personas, entre
ellas el ministro de la Guerra y el jefe
del estado Mayor del ejército- quien, tras un juicio por infracción de la ley
de prensa vigente entonces, fue condenado a la pena máxima solicitada y se
exilió en Londres.
No son pocos los comentaristas franceses que han querido ver en la
película “J’accuse” un intento de Polanski, que hoy cuenta 86 años y vive desde
hace muchos años en Suiza, por
establecer algún tipo de paralelismo con la supuesta persecución que hay contra
él por las acusaciones de violación, que siempre ha negado, y rehabilitar su
honor y su dignidad ante un público y unos medios de comunicación franceses
que, pese a apreciar enormemente su obra cinematográfica, periódicamente
vuelven sobre los casos que tiene pendientes. Invitaciones a programas
anuladas, cineastas que excusan su asistencia para no coincidir con él en los
platós “Las acusaciones contra Roman Polanski embarazan al cine francés”,
titula la web de la televisión pública francetvinfo.fr una de sus informaciones
sobre la promoción de la película.
Tras
aquel pimer caso de 1977, cuando Samantha Gailey confesó haber sido violada por
Polanski en el transcurso de una fiesta en la villa del actor Jack Nicholson en Hollywood, otras cuatro
mujeres han acusado al realizador, la última de ellas la fotógrafa y actriz
francesa Valentine Monnier.
La
reapertura del primero de los casos en 2009, casi cuarenta años después de los
hechos, y la demanda de extradición a Estados Unidos que está vigente desde
entonces y que ha impedido que Polansky haya podido viajar a ese país, han
provocado nuevas reacciones, entre ellas una detención en 2009 en Zurich, donde
pasó dos meses en la cárcel y ocho más en residencia vigilada en su chalet de Gstaad,
la evidencia de que el mundo del cine ha decidido mayoritariamente no contar
con él, hasta el punto de excluirle de la Academia de los Oscars en 2018.
En
2010, en pleno Festival de Cannes la actriz británica Charlotte Lewis acusó a
Polanski de “abuso sexuales” durante un casting organizado en su casa en 1983,
cuando ella tenía 16 años. En 2017, dos
mujeres, una que se presentaba a los medios con el pseudónimo de Robin,
le acusaba de agresión sexual en 1973, cuando ella tenía 16 años; y Renate
Langer, una exactriz, denunció haber sido agredida en 1972, en Gstaad, cuando
tenía 15 años. Para la justicia suiza, estas tres acusaciones han prescrito.
La última
denuncia tiene apenas unos días : la exactriz y fotógrafa en ejercicio
Valentine Monnier , de 63 años, en un artículo publicado en el diario Le
Parisien el 9 de noviembre de 2019, ha acusado
a Roman Polanski de haberla golpeado y violado en 1975 en Suiza, cuando
tenía 18 años. Monnier, que nunca habló
de lo ocurrido ni denunció los hechos,
que ya han prescrito, ante la justicia, dice haberse decidido a hablar
precisamente por el estreno en Francia de la última película de Polanski,
« J’accuse »(2), que trata del sonado error judicial que fue el “caso
Dreyfus” en los últimos años del siglo XIX.
(2) Con el título “El oficial y
el espía”, la película se estrenará en España en diciembre de 2019.
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