“Sé que eres un hombre
culto, honesto, justo, íntegro. Pero utilizas esas cualidades para asfixiar a
los demás, rebajarlos, humillarlos, aplastarlos. Tu gran moral te sirve para
odiar a todo el mundo. Detestas a los creyentes porque para ti creer es un
signo de arcaísmo e ignorancia. Detestas a no creyentes porque no tienen fe, ni
ideal. Los viejos te parecen reaccionarios, los jóvenes iconoclastas…”.
(Extracto de un monólogo de la mujer de Aydin).

“Obra maestra… inolvidable…
encantadora… casi tres horas y media de felicidad… película soberbia de la que
no se sale indemne…“. La crítica no escatima adjetivos y alabanzas al hablar de
la película Winter Sleep/Sueño de invierno, del turco Nuri Bilge Ceylan (Erase
una vez en Anatolia, Lejano), Palma de Oro y Premio Fipresci en el Festival de
Cannes 2014, una espléndida epopeya actual con mucho de Chejov y Dostoyevski,
bastante de Antonioni y Bergman y algo de Resnais, en la que los personajes y
el paisaje –inmenso, desolado, resplandeciente en su blancura- se confunden
para componer un fresco psicológico de más de tres horas sobre el
envejecimiento, la pareja, los secretos, la inevitable melancolía invernal, con
un guión basado en tres historias cortas del dramaturgo ruso Anton Chejov y la
interpretación de cuatro de los actores turcos más respetados: Haluk Bilginer,
Melisa Söze, Femet Akbag y Ayberk Pekcan.
Aydin, antiguo actor célebre,
regenta ahora un pequeño hotel en Anatolia central con la ayuda de su joven y
condescendiente esposa Nihal, de la que se ha distanciado sentimentalmente, y
de su suficiente hermana Necla, que acaba de divorciarse. Ninguna de las dos
cree ya en el hombre al que un día admiraron. A medida que el invierno avanza y
la nieve recubre la estepa, el hotel se convierte en un refugio, pero también
en un lugar sin salida que sirve para avivar los resentimientos. Aydin es un
hombre que se cree razonable, y lo repite constantemente. También cree que es
lógico y que siempre tiene razón.
En su pequeño pueblo de Capadocia
donde las casas, encastradas en la roca, parecen un inquietante decorado
teatral, en la Anatolia de los caballos salvajes, Hotel Othello atrae a
turistas y aventureros con los que Aydin intenta mantener conversaciones que a
veces se tranforman en monólogos moralistas. “Me interesa –dice el realizador-
todo lo que se oculta en el interior de los individuos, en su alma, en la
manera en que se relacionan u oponen. Soy un gran melancólico y las preguntas
que me planteo son las que nos persiguen desde toda la eternidad”.
Ambiciosa, inteligente, a ratos
angustiosa e incluso triste, Winter Sleep/Sueño de invierno es una especie de
hibernación emocional, un paréntesis perfecto y nevado en el habitual panorama
cinematográfico.
El realizador turco Nuri Bilge
Ceylan (55 años) mantiene una larga historia de amor con el Festival de Cannes,
que comenzó hace veinte años cuando presentó su primer, y único hasta la fecha,
cortometraje, Koza (Cocon, 1995). En 2003 –y tras haber presentado en el
Festival de Berlín sus dos primeros largos, Kasaba (1997) y Nubes de mayo
(1999)- volvió a Cannes con Uzak, película que consiguió el Gran Premio del
Festival y el de interpretación masculina. Luego siguieron Los Climas (2006),
Premio de la Fipresci, en la que el director también interpreta al principal
protagonista, en 2008 Los tres monos (no ver, no oír, no hablar), y de nuevo
Gran Premio, exaequo con los belgas hermanos Dardenne, en Cannes 2011 con Erase
una vez en Anatolia, un regreso a la Turquía de su infancia “asiática,
desconocida, llena de zonas de sombra”. En 2012, la Sociedad de Realizadores de
Películas le entregó el premio “Carosse d’Or”.
Ahora, en Sueño de Invierno, Nuri
Bilge Ceylan regresa a lo más profundo del territorio, a la Capadocia antigua,
volcánica, con sus pueblos subterráneos, sus tormentas de nieve y sus hombres
de vidas excesivas, dignas de la mejor literatura rusa del XIX.
No hay comentarios:
Publicar un comentario