60
años después del crimen, un investigador francés ha encontrado al asesino
“La Dalia negra es un
fantasma, una página en blanco que expresa nuestros fantasmas y nuestros
deseos. Una Mona Lisa de la posguerra, un icono de Los Angeles”. (James Ellroy,
declaraciones a la CBS, 27 de noviembre 2004).

Hace
años fuimos muchos los que devoramos el libro de James Ellroy (publicado en
1987) y nos estremecimos en la butaca con la película de Brian de Palma (2005).
Ambos contaban la misma historia: la de la Dalia negra, Elisaberth Short
(llamada así porque acostumbraba a vestirse de negro), una muchacha de 24 años
llegada a Hollywood para cumplir el sueño de triunfar en el cine que, después
de verse obligada por las circunstancias a ejercer el oficio más viejo del
mundo, apareció brutalmente asesinada y descuartizada en 1947. ¿Quién mató a la
Dalia negra? Una pregunta que se han hecho generaciones de reporteros y
policías estadounidenses, que ha atormentado a cientos de escritores y
artistas, a miles de ciudadanos”.
(http://www.rtl.fr/actu/societe-faits-divers/l-affaire-du-dahlia-noir-enfin-resolue-77750176).
En
su día, la policía no fue capaz de encontrar al asesino. Ahora, sesenta años
después, un francés especializado en asesinos en serie que ha investigado el
caso durante 35 años, de nombre Stéphane Bourgoin, dice haber encontrado e
identificado al autor: según sus averiguaciones el asesino fue un asesino en
serie que cometió otros veinticuatro asesinatos atroces. Toda la búsqueda está
narrada en un libro que acaba de publicarse en Francia: Qui a tué le Dahlia
Noir? L'énigme enfin résolue, Stéphane Bourgoin, Editorial Ring.
La
historia, la real y la de la ficción de Ellroy y De Palma, es la misma: el 15
de enero de 1947, una niña y su madre paseaban en Los Angeles por South Norton
Avenue cuando, en un solar y muy cerca de la acera, advirtieron lo que les
pareció un maniquí de dos piezas. Cuando se acercaron, resultó que no era una
muñeca sino “el cadáver de una chica de 24 años, seccionado a la altura de la
pelvis, con los brazos alzados sobre la cabeza, el rostro lacerado y la boca
rajada de una oreja a otra. También le habían arrancado un pedazo de un pecho, tenía
las piernas abiertas y le habían introducido algo en la vagina. Más tarde, la
autopsia reveló que la habían sodomizado una vez muerta. En su cuerpo,
desangrado, no había ni una sola huella digital sospechosa”. (Le Vif, semanario
belga, edición digital, http://www.levif.be/actualite/insolite/qui-a-tue-le-dahlia-noir/article-normal-322357.html).
Toda
la opinión pública de Estados Unidos se estremeció leyendo la información sobre
esta monstruosidad. "mi intuición –ha manifestado el autor del libro a la
revista- es que el asesinato era demasiado sofisticado para ser un primer homicidio.
Tenía que haber otros antes. Por eso, durante años he recopilado toda la
información disponible sobre asesinatos en serie, cometidos en Estados Unidos
entre 1925 y 1950. He llenado miles de páginas comparando los rituales llevados
a cabo, buscando similitudes con el caso de la Dalia”.
Con
el paso del tiempo, el caso de la Dalia negra -según la novela, la película y
la investigación policial de la época, una prostituta de alto standing que
frecuentaba fiestas muy exclusivas donde se practicaban el sadomasoquismo y
otros rituales- se convirtió en el mayor enigma criminal del país. En el
sumario figuran más de 400 confesiones (de perturbados, psicópatas y tipos que
buscaban sus cinco minutos de gloria); los rumores sobre el asesinato llegaron
a acusar al fotógrafo y pintor surrealista Man Ray y a los realizadores Orson
Welles y John Houston. Hubo un momento en que se creyó cerrado el asunto con la
publicación de un libro firmado por Steve Hodel, antiguo policía de Los
Angeles, en el que aseguraba que su padre era el asesino. Hasta James Ellroy se
hizo eco de esta versión.
Pero
resulta que a veces la realidad va más allá de la ficción, y Stéphane Bourgoine
ha encontrado al auténtico asesino en los artículos escritos por un “cronista
iconoclasta de Hollywood, John Gilmore quien, sin saberlo en principio, publicó
la confesión del asesino de Elisabeth Short. Tras participar en un programa de
televisión sobre la Dalia negra en 1970, se le acercó un hombre que le dijo que
conocía al asesino y le mostró algunos objetos que habían pertenecido a la
muerta. Se trata de un tal Jack Wilson, un hombre alto y fuerte, con una ficha
judicial muy cargada: 55 detenciones en distintos estados por robo, atraco,
alcoholismo, agresiones sexuales, sodomía (entonces era delito) (…) Wilson era
conocido también por frecuentar clubs de travestís y homosexuales. Para llevar
a cabo sus crímenes cambió varias veces de identidad, y le gustaba disfrazarse.
Murió en 1982, en la habitación de un hotel de Los Angeles, donde llevaba
cuatro años residiendo, a causa del incendio provocado por una colilla mal
apagada”.
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