“El griego Alexandros Avranas dirige una estremecedora historia sobre el Síndrome de Resignción Infantil, una misteriosa dolencia que afecta a niños refugiados y los deja en coma. Probablemente, una de las mejores películas del año” (Días de Cine, TVE2)
¿Qué es el Síndrome de Resignación Infatil? Aunque algunos sea la primera vez que oímos mencionarlo, en Suecia lo conocen desde la década de 2000 y, ante la falta de más precisiones, lo definen como un síndrome misterioso que afecta a los hijos de los refugiados.
Muy
dura, impactante, inspirada en hechos reales de casos reconocidos en Suecia, “Vida
en pausa” (Quiet Life), es una película del cineasta griego Alexandros Avranas
(Mejor director en Venecia por “Miss Violence”, “Love Me Not”), que aborda por
primera vez en la ficción el Síndrome de Resignación Infantil al contar la
historia de una familia rusa cuya hija cae en coma cuando les niegan la solicitud
de asilo en Suecia.
2018.
En la esperanza de encontrar una vida mejor, Natalia, Sergei y sus dos hijas se
han visto obligados a huir de Rusia. A pesar de todos los esfuerzos para
integrarse y parecer una familia modelo, las autoridades rechazan su demanda de
asilo lo que provoca que Katja, la pequeña de las niñas, se derrumbe en mitad
de la calle y caiga en un coma profundo.
Una drama clínico
tratado con una frialdad calculada, que nos invita a reflexionar sobre las
heridas abiertas por las políticas estatales al adoptar soluciones para los
refugiados políticos. Transitando desde
la distopía administrativa kafkiana hacia la esperanza de una reconciliación
con lo humano, “Vida en pauda” es una historia tan perturbadora como universal:
“La tragedia íntima y exangüe de los exiliados vista a través del prisma de la
hipocresía humanitaria de las democracias europeas” (Xavier Leherpeur).
Interpretada por Chulpan Khnamativa, Grugory Dobrygun, Naomu Lamp,
Miroslava Pashutina, Eleni Roussinou, Lisa Loven Kongsli, Johannes Bah Kuhnke y
Anna Bjielkenid., al abordar el síndrome de resignación que afecta a los niños
víctimas de guerras o de represión polírica, “Vida en pausa” (1) explica que, en esos casos, el cuerpo infantil
decide « dormirse », opta por el coma como última protección para
escapar a lo peor (en el caso que nos ocupa el regreso al país del que
huyeron). El éxito del guión está en que al mismo tiempo ofrece una visión
bastante panorámica de la manera en que son tratados los refugiados por unas
autoridades que sospechan siempre de sus últimas intenciones y, sobre todo, en
haber colocado la unidad familiar en el centro del debate.
La mejor explicación sobre este aspecto lo encontramos
en la visita de control que la familia debe pasar al comienzo de la película,
durante la cual unos individuos que más parecen robots que otra cosa les enfrentan
con las dudas que plantea “convertirles en suecos”, lo que la pequeña de la
familia explica muy bien diciendo que quiere llamarse Astrid (la escena del
aprendizaje a sonreír pone los pelos de punta). Una auténtica pesadilla
administrativa y humana en la que la única muestra de empatía procede de una
enfermera llegada de Montenegro. Al tiempo que empiezan a ceder los nervios de
los protagonistas ceden también los del espectador; el engranaje jurídico hiela
la sangre
(1) “Vida en pausa” llegará a las pantallas madrileñas el
próximo viernes 4 de abril de 2025.
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