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Portada del último álbum (2015) |
Un artista casi centenario, la pobreza
como normalidad y el día que Rajoy
perdió lo poco que le quedaba.
Del 15 al 27
septiembre de 2015, Charles Aznavour - autor-compositor-intérprete, productor,
escritor, embajador de Armenia en el cantón suizo de Vaud, donde reside, y
representante permanente de su país ante la UNESCO-, que cumplió 91 años en mayo, ha protagonizado
seis conciertos en el parisino Palais des Sports. Seis conciertos de dos horas sin
interrupción que, entregado a favor del
aire de los tiempo, ha comenzado con la canción Les emigrants (Los emigrantes), un tema enormemente simbólico
escrito hace treinta años por este francés hijo de refugiados llegados a
Francia huyendo del genocidio armenio (1). “¿Como
creéis que llegan? Como han llegado todos. Con los bolsillos vacíos y las manos
desnudas… Siempre que lo canto imagino a mis padres cuando abandonaron Armenia
para venir a Francia”. Sus palabras son un eco más de los dramáticos
acontecimientos de las últimas semanas.
En realidad se
llamaba Charles Aznavourian cuando nació en París, recién llegado el matrimonio
con una niña de nombre Aida; fue la madre quien decidió simplificar el apellido
para entenderse mejor con los vecinos. Su nacimiento fue producto del azar. El
padre, Micha, armenio nacido en Georgia y la madre, Knar, armenia de Turquía,
esperaban en Francia un visado para viajar a Estados Unidos, cuando Charles
llegó al mundo y decidieron quedarse. Los Aznavourian eran artistas –barítono y
actriz- pero quisieron tentar a la fortuna abriendo un restaurante en la
popularísima Rue de la Huchette, justo al lado de Saint Michel, donde además
presentaban espectáculos para armenios y exiliados de Europa central. El
“pequeño Charles” –como se le conocería también de adulto, en referencia a su
talla y por comparación con el Grand Charles que fue siempre el general De
Gaulle- era un actor precoz que a los 9 años hacía papelitos en el Studio des
Champs-Elysées, el Teatro Marigny, La Madeleine y el Odéon. Gracias a sus
talentos, él y su hermana, pianista, corrieron con los gastos del hogar cuando
el padre salió para el frente en 1939. “A
los siete años escribí mi primera canción, sobre un coche que andaba por la
tierra y el agua. Creo que estaba demasiado empapado de Julio Verne”.
Desde entonces, más de mil
canciones en su activo, ocho libros siempre autobiográficos y más de 18 millones
de discos vendidos en todo el mundo: 317 álbumes entre grabados en Francia,
recopilaciones y grabados en otros países –con textos de aroma nostálgico, el último álbum, Encores, es el trabajo de un hombre
consciente del paso del tiempo- , varias decenas de EP’s y algunas grabaciones en vídeo
comercializadas. A lo largo de más de setenta
años de carrera ha cantado a dúo con primeras espadas de la talla de
Frank Sinatra, Liza Minelli, Brian Ferry, Elton John o Sting, y han interpretado composiciones
suyas artistas tan dispares como los “clásicos” Edith Piaff, Maurice Chevalier o Eddie Constantin,
los intelectuales Marcel Amont y
Juliette Greco, los ye-yés Johnny Hallyday, Silvie Vartan, Eddie Mitchell o
Frank Alamo, e incluso la modernísima y excelente Zaz, quien en su último álbum
ha incluido una versión llena de swing de J’aime
Paris au mois de Mai, una preciosa alegoría de la ciudad preferida por los
exiliados de todo el mundo, escrita en
1956.
Son suyos temas tan famoso como La Bohéme, Que c’est triste Venise, La mamma, Et pourtant, For Me
Formidable,o o La plus belle pour aller danser, y otros menos conocidos
aquí como Jezebel, Je hais les dimanches,
Retiens la nuit o Jolies mômes de mon quartier. Es de todo punto imposible
resumir en unas cuantas líneas la larga, interminable, carrera del legendario
cantautor franco-armenio (conserva ambas nacionalidades). Con temas como Emmenez-moi, Je Me Voyais Déjà o Les
comédiens ha atravesado las épocas y
hoy le aplauden tres generaciones.
Protegido y amante de
Edith Piaff, actor, actor en más de ochenta películas -entre sus papeles el de
protagonista de Tirez sur le pianiste, realizada por François Truffaut en 1960-;
autor de comedias musicales y operetas, le gustaría ser el primer cantante
centenario que subiera a un escenario aunque- en contra de la norma- no querría
morir sobre las tablas sino “como un patriarca, en la cama y rodeado de mis
hijos, mis nietos, mi mujer (la tercera) y mi hermana”.
Los comienzos no fueron fáciles, la crítica le trató con dureza y
el reconocimiento tardó en llegar. Eran los tiempos en que en el firmamento
lírico francés brillaban estrellas como Jacques Brel, Georges Brassens, Léo
Ferré o Jean Ferrat. A Aznavour jamás le incluyeron en el elenco de los
cantautores, le tachaban de “comercial” e incluso le criticaban porque no tenía
estudios, su talla menuda desaparecía en el escenario y su voz, ronca y velada,
no llegaba a las últimas filas (“Si yo hubiera sido rubio con ojos
azules, grande y elegante con una voz pura, mi carrera habría sido diferente”). La respuesta fue “aprender”. Para empezar, Jean Cocteau
le hizo una lista de los 25 títulos imprescindibles de la literatura francesa y
se los tragó completos, ayudado por un diccionario. De entonces conserva un
apego especial por el de sinónimos. Después, nunca ha parado de leer ni
escribir: “La melodía es un pretexto,
dispongo de la lengua más hermosa del mundo para expresarme”. El primer éxito le llegó en un recital, en
Casablanca, en 1956, y el mismo año hizo su primer Olympia parisino.
Desaparecidos los demás, Aznavour ostenta ahora el rango de
superviviente –junto a Salvatore Adamo, más joven, 71 años, también
menospreciado un tiempo- y, aunque tarde, ha recuperado el prestigio que le
negaron. Se han necesitado 90 años para que alguien se atreva a titular “El
Gran Charles” y debajo escriba que ha emocionado al público cantando Je voyage,
a dúo con su hija Katia, 46 años, nacida del matrimonio con la sueca Ulla
Thorsell, y recuerde que el cantautor que desde la pobreza más absoluta ha
conseguido amasar con su trabajo una sólida fortuna, repartida en bancos
franceses y suizos, desafió a la justicia que le acusaba de fraude fiscal en
1979 declarando que el estado francés debería agradecerle los miles de millones
que había ingresado en divisas a cuenta de sus discos. Le condenaron a pagar tres
millones de francos de la época y a un año de cárcel, que no tuvo que cumplir.
Lo que sí hizo fue publicar un poema, en
forma de carta abierta al presidente Giscard d’Estaign titulado “Pour avoir servi ma patrie et ma cultura…dix
millions et un an de prison” (Por haber servido a mi patria y mi cultura…
diez millones y un año de cárcel).
91 años son muchos y el tiempo ha dejado su impronta. Aznavour
canta hoy ayudado en el escenario por un prompter (tele-apuntador) –“Conozco mis canciones pero a veces la
memoria vacila”- y un pinganillo (auricular), porque también ha perdido
oído: según él se debe a que siempre ha escuchado la música muy alta.
El canal Arte emitió el domingo 20 de septiembre de
2015 el documental titulado simplemente “Charles
Aznavour”; en él explicaba que su
infancia, en el París al que sus padres llegaron en los años 1920 huyendo del
genocidio armenio, la familia Aznavourian –padre, madre y dos hijos- vivía “confortablemente instalada en la miseria”.
La frase
–sacada del contexto al que hacía referencia el más anciano de los cantantes
que suben al escenario y aplicada palabra por palabra a mi/nuestra realidad
actual- me parece de lo más pertinente. Yo no habría sabido expresar mejor la
situación en que nos encontramos tantas y tantas personas que un día fuimos
cachorros de una clase media que escalaba reconocimiento social a medida que
alimentaba mejor a sus hijos y ganaba más que suficiente para pagarles estudios
y viajes, después nos convertimos en respetados profesionales y la crisis ha
venido a reducirnos a una pobreza para la que no estábamos preparados. Nosotros,
esa tercera edad que ya no se llama así porque la esperanza de vida ha
aumentado considerablemente, después de trabajar durante más de cincuenta años,
nos encontramos con una pensión de mierda, para más inri primero congelada y
después “semifreda” con dos aumentos
consecutivos del 0,25% lo que, en el mejor de los casos, equivale a 9 euros
mensuales cuando solo la electricidad aumentó un 17,2% en los primeros días de
2015 (El Mundo, 19 enero 2015).
Nosotros,
digo, a la manera de los supervivientes Aznavour en aquellos años 20 de la otra
crisis mundial, hemos hecho de la necesidad virtud y conseguido una “confortable instalación en la pobreza” eliminando primero lo
accesorio y después algunas cosas imprescindibles, sustituyendo la calefacción
por chaquetas tejidas a la luz de una bombilla que alumbra poco, los filetes
por sabrosos platos de spaghetti adornados con verduras multicolores y
reduciendo el perímetro de nuestros viajes y vacaciones a lo que da de sí el abono-transporte.
Confortablemente
instalados en nuestra pobreza, y sin apenas movernos del sillón orejero porque
salir a la calle cuesta, y no podemos permitírnoslo asistimos estupefactos al espectáculo de la
política de andar por casa con la irrupción de “un corrupto al día, por lo
menos” y la desvergüenza generalizada de todos cuantos se creen o son alguien
mintiendo impunemente mientras nos miran fijo a los ojos. El espectáculo de
esta noche de elecciones, 27 de septiembre de 2015 –sesenta aniversario de los
últimos fusilamientos del franquismo- es la apabullante derrota de Rajoy en las
urnas catalanas. Mientras escucho como las voces autorizadas de todos los
partidos echan mano de metáforas y sinónimos para explicar cómo han ganado
ellos (en votos, en escaños) y como hemos ganado todos (en democracia a cuenta
del aumento de participación) yo me repito, me cuento y me canto, hasta qué punto
ha perdido –otra vez- Rajoy. Y eso es lo que de verdad cuenta para todos los
que no somos independentistas catalanes (2).
Sin que el
hecho me produzca ni frío ni calor, faltaría a la deontología profesional si
cerrara estos párrafos sin decir que las elecciones catalanas las ha ganado
Artur Mas, mal que les pese a muchos y por mal que nos caiga a otros tantos. A
falta de informaciones de primera mano, echo mano del artículo escrito por Guillem
Martínez (autor del libro CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española, editado por Debolsillo) titulado Perfil de Mas, Retrato de Nadie, y publicado en
la revista digital Contexto, dirigida por Miguel Mora , y reproduzco algunos de sus párrafos:
“(…) Es rotundamente
falso que en la sociedad catalana sea determinante el lugar que ocupó tu padre
en la pirámide alimenticia. Lo importante es, glups, el sitio que ocupó tu
abuelo. Si tu abuelo no existió/no era un gran depredador, en cierta manera no
existes. Es decir, hasta cierto punto eres un misterio biográfico(…) Ese es,
por ejemplo, el caso de Pujol, un tipo sin abuelo conocido, poseedor de una
autobiografía en sendos volúmenes, y objeto de varios libros y del que, no
obstante, hasta que no apareció lo de la herencia de su padre no se supo quienes
eran, en verdad, su padre –un contrabandista de divisas con negocio ubicado en
Tánger-, él o sus hijos. Y ese es el caso de Mas: una biografía nebulosa en una
cultura en que las biografías de políticos, como ya sabrán los que leen
necrológicas o abdicaciones, pueden soportar grandes elipsis. Se sabe poco del
padre de Mas. Tenía una fábrica de ascensores, en activo en la Barcelona de los
70’s, una ciudad desaparecida, con una conflictividad laboral alta y
politizada, cuya polémica social central era el reparto de la riqueza. El padre
de más colaboró en ese debate chapando (cerrando, ndlr) la fábrica y, al
parecer, llevándose el monto correspondiente a una cuenta suiza que,
posteriormente, cuando constató que la FAI no viviría una segunda edad de oro,
regularizaría y clausuraría (…) Cuando por fin, después de varios intentos
accede a Presi de la Gene, el padre de Mas le regala un símbolo familiar, un
timón de barco –algo importante, supongo: los padres y los hijos se hablan a
través de objetos; el fútbol, por ejemplo, es un objeto—en el que, en vez, en
vez de los vientos o de una frase de Paulo Coelho, estaban grabado diferentes
valores para conducirse como President. Firmeza, templanza, honradez, etc. Todo
el pack, vamos, de valores protestantes de la clase media catalana que, por
otra parte, nunca suele tener en cuenta la clase media catalana cuando los
necesita / le entra el siroco (…) Más se pasó su primera legislatura, hasta que
en 2012 cayó de la mula, explicando sus políticas –austeridad, facilidad de
negocios con / en la Administración--, soltando imágenes marineras relacionadas
con timones, del tipo “la mar está incierta, pero tenemos que coger el timón
con fuerza”, superando el récord de imágenes náuticas por minuto anteriormente
en posesión de Popeye (…) Mas, el mayor de la familia, no era el hereu /
heredero (…) Estudió en el Liceo Francés y en la Escola Aula, escuela
catalana-espartana en la que coincidió el grueso del futuro centro-derecha catalán.
Cursó estudios de Economía en una época en la que en Barcelona (…) “se puso de
moda que una empresa que se preciara tenía que tener un economista, no un
contable”. Mas hizo sus pintos en el mundo de la empresa. Al parecer no muy
lucidos (…) La militancia de Mas es poco romántica, por otra parte: su
afiliación a CDC, y su primer trabajillo como empleado montonero en una
institución a la que accedió por un amigo de su padre, y en la que llegó a ser
Director General, coinciden en el tiempo. Fue en 1982, un año, recuerden, poco
dado a las afiliaciones románticas a un partido (…) se habla de una posterior
vuelta de Mas a los negocios, ya en su etapa de político. Concretamente, a los negocios de Prenafeta--secretario general
de la Predidència durante el primer Pujolato, diez añitos eternos; sus
funciones nunca estuvieron muy claras, y se llegó a comentar que se centraban
en la cosa business friendly; está
encausado, junto con Macià Alavedra, otro peso duro de las primeras décadas del
pujolismo, por el caso Pretoria--. Esa relación mercantil Prenafeta-Mas acabó
mal (…) La llegada de Mas a la política se produce en el ámbito municipal de la
Barcelona del Maragallato. Una época dura para practicar la oposición. Mas, no
obstante, la practicó (…)Era el tipo que se leía las cuentas y encontraba el
fallo de cinco céntimos. Maragall le denominaba en la intimidad la “mosca
collonera” (…) La ausencia de carisma y sus trabajos certeros, pero no
brillantes, de alicatado político, le auguraban a Mas un futuro razonable, pero
no esplendoroso. Era un político gris, en la parte más oscura y discreta de ese
conglomerado de intereses que era CiU (…) La recompensa de Mas por su trabajo
de picapedrero municipal fue su entrada en la política autonómica El primer
paso fue discreto: como figurante en el Parlament de Catalunya. Es decir, es una
recompensa, antes que en honor o en futuro, en metálico (…) En 1995 le hacen,
zas, conceller. Primero de Política Territorial y Obras Públicas, una consellería muy agitada. Sus dos
anteriores predecesores habían dimitido, en breve interín, por sendos casos de
corrupción (…) En breve, en 1997 es el conceller de Economía. En estas dos conselleríes es donde, tal vez, se
produce el producto Mas (producto que) consiste
en una dualidad imposible en otra cultura. A saber: Mas es a) un tipo
con cierta fama de sobrio y honesto (…) b) en esas conselleries es en las que tuse tuvo que tener conocimiento
absoluto de la corrupción estructural de CiU. El producto Mas, tan valorado por
su jefe en breve, consistía pues en no sacar tajada, como sus antecesores, de
actividades fraudulentas, pero permitirlas o mirar para otro lado cuando las
tuviera cerca (... ) Algunas células del Mas de aquella época sobreviven en las
del Mas actual, un tipo que permite fraudes, privatizaciones extrañas y
beneficios a empresas vinculadas, pero que no parece participar directamente de
todo ello (...) La idea, al parecer, era que este tipo limpio, que permanecía
limpio mientras veía sucederse la suciedad del partido y del Govern, calentara
el asiento de líder hasta que el cargo fuera ocupado por su sucesor natural,
Oriol Pujol, hijo de Jordi Pujol, un tipo aún joven que no se debería quemar en
los futuros tiempos duros. Nadie sospechaba que se quemaría del todo por el caso ITV (…) Su desaparición dejó a Mas
como líder solitario y eterno de un partido que jamás esperó a un tipo como él
(…) Desde 2011, con el 15M rampante, su dominio d elos recursos retóricos del
Régimen ya no le son suficientes para sobrevivir. Como los de su catalanismo.
Es entonces cuando realiza su ulterior renovación celular, imprevista”. (http://ctxt.es/es/20150916/Politica/2306/Mas-Pujol-CiU-Independencia-Catalu%C3%B1a-Ferrusola-Catalu%C3%B1a-%C2%BFChoque-frontal-o-cortina-de-humo.htm?utm_source=Bolet%C3%ADn+de+ctxt&utm_campaign=ff699dad13-)
El resto es presente.
Ustedes, como yo, han vivido los últimos meses de órdagos entre Más y Rajoy, y
también el gobierno de Rajoy. Porque algunos palmeros genoveses, entre ellos el
muy destacado meapilas del Opus e Interior, no han resistido a la tentación de bajar a la
arena y llenarla de declaraciones altisonantes, para después tener que
rectificarlas.
( 2) Por si le interesa
a alguien, cosa que dudo: mi postura anti-Mas (que se suma a mi anti-PP,
anti-Psoe, anti-Ciudadanos y varios otros anti) no tiene nada que ver con
patriotismos bicolores ni es contraria a los independentismos. Yo soy ciudadana
del mundo, no reconozco más patria que la infancia, y digo con Quevedo que estoy
“Harto de ser español / desde el día en que nací, / quisiera ser otra cosa…” ,
lo que el muy conservador Cánovas Cánovas del Castillo resumió, en 1878, y
propuso como definición constituyente para el artículo 1 “Es español el que no
puede ser otra cosa”
(1) El genocidio armenio tuvo lugar entre
abril de 1915 y julio de 1916, e incluso se prolongó hasta 1923. En ese tiempo,
dos tercios de los armenios que entonces vivían en el actual territorio de
Turquía murieron a causa de las deportaciones, hambrunas y masacres
planificadas y llevadas a cabo por el partido en el poder de la época, el
Comité Unión y Progreso (CUP), más conocido con el nombre de “Jóvenes turcos”,
encabezado por el triunvirato de oficiales Talaat Pacha, Enver Pacha y Djemal
Pacha, que entonces dirigían el Imperio Otomano, aliado de los Imperios
Centrales en el Primera Guerra Mundial. El genocidio costó la vida a un millón
doscientos mil armenios de Anatolia y Armenia Occidental. Las deportaciones y
masacres furon organizadas desde Constantinopla, entonces capital del Imperio,
y ejecutadas a nivel local por los responsables de distritos y provincias. Cada
responsable local reunía a los armenios residentes en su territorio y luego los
soldados y los policías otomanos escoltaban los convoyes hasta el desierto, en
los que se conoció como “marchas de la muerte”, o los asesinaban directamente;
la tercera opción era dejarles en manos de grupos de bandidos armados,
mayoritariamente kurdos. El reconocimiento del genocidio armenio sigue siendo
objeto de controversia, porque los gobiernos de Turquía siempre lo ha negado. Al día de hoy han reconocido
oficalmente e genocidio armenio los parlamentos de 24 países.
( 2) Por si le interesa
a alguien, cosa que dudo: mi postura anti-Mas (que se suma a mi anti-PP,
anti-Psoe, anti-Ciudadanos y varios otros anti) no tiene nada que ver con
patriotismos bicolores, ni es contraria a los independentismos. Yo soy
ciudadana del mundo, defiendo el derecho de todos los pueblos a su
autodeterminación, no reconozco más patria que la infancia ni más bandera que
la de la libertad (y, hasta que sea posible, la tricolor de la Tercera
República) y digo con Quevedo que estoy “Harto
de ser español / desde el día en que nací, / quisiera ser otra cosa…” , lo que el
muy conservador Cánovas Cánovas del Castillo resumió, en 1878, y propuso como
definición constituyente para el artículo 1: “Es español el que no puede ser
otra cosa”. Oigo ladridos en lontananza…