Es una pena que Una dama en París (Une estonienne à
Paris) -película dirigida por el joven realizador estonio Ilmar Raag (Klass) y
protagonizada por una espléndida Jeanne Moreau (Jules et Jim, La novia vestía
de negro, La noche), que con 84 años cumplidos borda el papel de la vieja dama
gruñona, excéntrica y evidentemente rica (largos collares de perlas, chaquetas
y camelia Chanel)- llegue a las pantallas españolas con más de dos años de
retraso. Ganadora del Premio Ecuménico en el Festival Internacional de Cine de
Locarno, Una dama en Paris es una historia simple de amistad y comprensión
entre comedia y drama ligero, un filme sencillo en el que mandan las emociones,
apoyado en la interpretación de dos mujeres que ya no son jóvenes pero
conservan todo su atractivo: la estonia Laine Mägi, 55 años, mejor
interpretación femenina en el Festival de Jóvenes Realizadores de San Juan de
Luz, es la encargada de dar la réplica y acompañar a la Moreau en esta película,
desigual pero encantadora.
A la muerte de su madre en Estonia, Anne, una mujer en
la cincuentena, divorciada, se da cuenta de que está sola y acepta el trabajo de
cuidar en París a Frida, una compatriota anciana que lleva más de media vida
viviendo en la capital francesa. A pesar de las dificultades y los
desencuentros iniciales, Anne consigue finalmente adaptarse a la situación
gracias al apoyo de Stéphane (Patrick Pineau), propietario de un café y antiguo
amante de Frida.
Lo que vemos es el relato de dos mujeres –dos buenas
actrices- que aprenden a conocerse, a tolerarse, a soportarse e incluso a
apreciarse. Una historial en la que la nostalgia y el silencio, los silencios, juegan
un papel importante: el inicial enfrentamiento entre ambas está hecho de
miradas como está hecha de miradas la más que probable relación sentimental que
nace, por efímera que pueda ser, entre la recién llegada y el antigua amante de
la señora.
La historia de Anne está inspirada en la madre del
realizador que, como el personaje, vio como cambiaban su vida, y su manera de
ver las cosas, gracias a una estancia en París y el contacto con una vieja
compatriota.
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jueves, 23 de julio de 2015
Una dama en París: Estonia también existe
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