Melodrama plano, previsible y banal que comienza como un relato de
ciencia-ficción que se va disolviendo a medida que avanza la historia, El secreto de Adaline (The Age of Adaline en
su versión original, que en algunos países ni siquiera ha llegado a la gran
pantalla y se ha estrenado en televisión) es una historia romántica con una pizca
de “tinte fantástico” escasamente explotado por el realizador Lee Toland
Krieger (Celeste and Jesse Forever), cuya eficacia se espera que descanse en la
presencia de Blake Lively (la espectacular rubia de la serie de chicas malas
Gossip Girl, muy aparente pero escasa actriz). Le acompañan en el reparto el
holandés Michiel Huisman (Juego de tronos), Kathy Baker (Eduardo Manostijeras,
Cold Mountain), un anciano Harrison Ford (Indiana Jones, Air Force One) y Ellen
Burstyn (Requiem por un sueño).
Hace
casi cien años, tras sufrir un accidente, Adaline experimenta una mutación de
sus células, deja de envejecer y conserva el aspecto que tenía a los 29 años. Después
de aquello se casó, tuvo una hija que hoy es una anciana y es la única que
conoce su secreto, y tras la muerte de su marido ha llevado una existencia
solitaria, cambiando a intervalos de residencia y de trabajo para no despertar
sospechas. El encuentro con un maduro y
multimillonario filántropo le lleva a arriesgarse una vez más, enamorándose y
haciendo planes de futuro. Pero, el encuentro con el padre de su amante (con el
que tuvo un romance en Inglaterra hace medio siglo) que le reconoce, hace
peligrar el secreto de su edad, tan celosamente escondido durante décadas.
Desde
su creación, el cine –como desde siempre ha venido haciendo la literatura- ha
explorado el tema de la eterna juventud, igual que el de la inmortalidad, lo
que casa muy bien con el antiguo lema de Hollywood de que “las estrellas no
tienen edad” justamente porque la magia del séptimo arte impide –a base de
maquillaje y trucos- que el espectador asista a su envejecimiento en directo.
En
el caso de Adaline, el tiempo se detiene para ella pero no ocurre lo mismo con
el resto del mundo: las personas que le rodean envejecen y mueren, incluidos
los sucesivos perros –todos idénticos unos a otros- que le han acompañado en
esa juventud interminable. Y, lo que es peor, el paso de los años no le ha dado
a la actriz –especialista en posados de alfombras rojas para prensa rosa- la
sabiduría que se supone, de forma que su paso por la pantalla ni siquiera puede
considerarse una interpretación: “una elección
desafortunada ya que Adaline muestra pocos signos de haber vivido dos guerras
mundiales, la era espacial, los Beatles, la invención de la píldora, el
movimiento de derechos civiles, la segunda ola del feminismo, el punk rock o,
en realidad, cualquier otra cosa… Los autores tratan de insistir en que el
tiempo pesa sobre Adaline, pero hay poco en el guión de esta película que
sugiera que los años le han dejado mucho más que un armario amplio y un don
para hablar varios idiomas y jugar al Trivial Pursuit…”. El desfile de ropa de
época sustituye en Adaline a la experiencia que los demás mortales adquieren con
el paso del tiempo.
En suma, la guapa Blake Lively de nuevo emulando
a la “gossip girl” que le ha dado fama en la pequeña pantalla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario