“Rabiye Kunaz contra George W. Bush” es la historia de combate contra la injusticia de la mujer turca, residente en Alemania, que durante cinco años se enfrentó al presidente de Estados Unidos hasta conseguir que su hijo saliera en libertad de la prisión de Guantánamo.
Recordemos que esa peculiar cárcel al aire libre, instalada
en la Base naval militar estadounidense de la Bahía de Guantánamo, en la isla
de Cuba que, para los efectos es lo mismo que decir que se ubica en mitad de
ninguna parte, está destinada a acoger a presos terroristas, o supuestos terroristas, desde el atentado contra las
torres gemelas del US World Trade Centers neoyorquino del 11 de septiembre de
2001. Dos días después, el Congreso aprobó una resolución sin precedentes
autorizando al presidente George W. Bush a emplear la fuerza contra “naciones,
organizaciones o individuos” que estuviesen relacionados –de cerca, de lejos, o
de lejísimos- con los atentados. El 17 de septiembre, Bush firmó un memorando,
que continua siendo secreto, autorizando a la CIA a instalar centros de
detención fuera del territorio de Estados Unidos. En noviembre de 2001, Bush
firmó una orden ejecutiva sobre “detención, tratamiento y enjuiciamiento de
determinados extranjeros en la guerra contra el terrorismo” por la que autorizó
al Pentágono a mantener bajo custodia indefinida a ciudadanos no
estadounidenses sin cargos. Los veinte primeros prisioneros, cuya identidad
mantuvo secreta el Departamento de Defensa,
llegaron a Guantánamo el 11 de
enero de 2002. Por sugerencia de diversos miembros del gobierno de Bush, el
campo militar de Guantánamo pasó a ser considerado fuera de la jurisdicción
legal de Estados Unidos por lo que los prisioneros no tenían derecho a ninguna
de las protecciones establecidas en los Convenios de Ginebra
(Los Tratados de Gienbra, piedra angular del derecho
humanitario internacional, y sus Protocolos
adicionales, contienen las principales normas destinadas a limitar la barbarie
de la guerra. Protegen a las personas que no participan en las hostilidades (civiles,
personal sanitario, miembros de organizaciones humanitarias) y a los que ya no
pueden seguir participando en los combates (heridos, enfermos, náufragos,
prisioneros de guerra). Definen con precisión las condiciones y los
lugares para la captura; las cuestiones relativas al trabajo de los prisioneros
de guerra, sus recursos financieros, la asistencia que tienen derecho a recibir
y los procesos judiciales en su contra).
Cuando
se rodó esta película, dirigida por el alemán Andreas Dresen (“Séptimo cielo”, “El
tiempo de los sueños”, “Verano en Berlín”), veinte años después del ataque a
las Torres Gemelas, todavía quedaban 39 prisioneros en el penal de Guantánamo,
privados de la mayor parte de sus derechos civiles.
La película, una
emocionante historia basada en hechos reales, consiguió en el Festival de Cine
de Berlín 2022 dos Osos de Plata: al mejor guión y a la Mejor Interpretación Principal –este Festival
ha eliminado de su palmarés la distinción de categorías masculina y femenina-
para Meltem Kaptan, actriz turco0-alemana intérprete del personaje de Rabiye,
quien también consiguió una nominación en los Premios del Cine Europeo ese
mismo año.
En 2001, en un barrio obrero de Bremen ha desaparecido
Murat, un joven turco de 19 años. Su madre, Rabiye Kunaz, acude a la policía,
pregunta a los amigos, y acaba enterándose de que Murat fue detenido en Irak y
se encuentra en el campo de Guantánamo, acusado de terrorismo. En su camino
desesperado por saber algo de su hijo, conoce al abogado especialista en la
defensa de derechos humanos Bernhard
Docke. Juntos emprenderán una cruzada para conseguir la liberación de Murat en
un largo procedimiento judicial que les llevará hasta Washington, donde
presentarán en el Tribunal Supremo una denuncia contra el presidente George W.
Bush.
Rabiye, su marido, que trabaja en la factoría de
automóviles Mercedes, y otros dos hijos menores, llevan tiempo viviendo
en Alemania, donde tienen permiso de residencia. Con un tratamiento muy al
estilo de Hollywood (recuerda un poco el caso de Erin Brockovitch, que
protagonizaron Julia Roberts y Albert Finney), el realizador Andreas
Dresen cuenta esta historia verídica con una gran dosis de humor, centrándose
en la figura de la madre coraje, a la que acompaña el abogado Docke, idealista
y siempre estresado, que interpreta el veterano
actor alemán Alexander Scheer; una pareja que funciona muy bien. Y denunciando
el papel jugado por el gobierno alemán, colocándose del lado de las autoridades
estadounidenses y desentendiéndose del caso de Murat a causa de su nacionalidad
turca, exactamente igual que el gobierno turco, que lo consideró un problema
alemán.
En 2008, un productor entregó al realizador Andreas
Dresen en libro titulado “Five Years of My Life. An Innocent Man in Guantanamo”,
una autobiografía en la que Murat Kunaz –quien se encontraba en el lugar
equivocado en el peor momento- cuenta como la administración estadounidense le
robó cinco años de su vida. Dresen, interesado por la historia, no encontraba
el tratamiento adecuado para llevarla al cine hasta que conoció a la familia Kunaz, y
especialmente a la madre, una mujer entusiasta, tenaz y siempre positiva, quien
le dio el tono de comedia dramática adoptado finalmente en este relato, que
peca de ligero y previsible, habida cuenta que se trata de contar el horror del
encierro arbitrario en Guantánamo sin
inculpación ni proceso, y las derivas de
una democracia que decidió saltarse las normas más elementales e ignorar los
derechos fundamentales de unos presos, a los que torturó, y a los que nunca ha
compensado por los años robados .
(1) “Rabiye
Kunaz contra George W. Bush” se estrena en los cines madrileños el viernes 3 de
febrero de 2023.
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