“Todavía
estamos contando la historia, y hay que seguir haciéndolo”
A partir de 1952, fecha en que el militar Fulgencio Batista protagonizó un golpe de estado que instauró en Cuba la primera dictadura americana del siglo veinte, otros militares ayudados por el poder del Secretario de Estado Henry Kissinger y el dinero de la CIA (Central de Inteligencia de Estados Unidos) encadenaron golpes de estado en otros países latinoamericanos, dando paso a regímenes dictatoriales presididos por militares crueles y sanguinarios: Brasil, Argentina, Uruguay, Chile… Todos con sus propias características aunque siempre unidos por la represión, la “caza” a los disidentes y la negación de los derechos humanos.
En los últimos años, las democracias –por imperfectas que
sean- están haciendo ejercicios de memoria que devuelven la dignidad y ponen
cara a tantos y tantos asesinados y
desaparecidos en el sur del continente.
Con el testimonio de ex
detenidos, familiares y especialistas, un extenso archivo, animaciones y
emotivas recreaciones -y mientras el
pueblo argentino se manifiesta en contra del ultraderechista Milei que niega la
evidencia y acaba con las ayudas oficiales a esa memoria que sigue enterrada en
el olvido- el documental "Traslados", largometraje del argentino Nicolás
Gil Lavedra (“Como el mar”, “Las grietas de Jara”, “Verdades verdaderas”), da
una vuelta de tuerca más al enorme rompecabezas de testigos, ciencia y
casualidades que prueban la existencia de la más cruel y efectiva metodología
de asesinato y desaparición de personas ejecutada por la última Dictadura
Cívico Militar Argentina entre 1976 y1983:
“Traslados” está centrado en los macabros vuelos de la muerte.
La aparición en mayo de
1976 de un cadáver maniatado y con las piernas encadenadas en una playa
uruguaya fue el grito de alarma que empezó a destapar lo que, apenas cinco
meses después del Golpe de Estado, estaba sucediendo en la otra orilla del Río
de La Plata. A ese cuerpo siguieron otros: el mar se había empeñado en devolver
las víctimas del plan de exterminio –Proceso de Reorgaización Nacional llamaron
a los tres años de dictadura- ideado por
la Junta Militar argentina, cuyo balance da una cifra estimada
en 30.000 desaparecidos que hay que cargar en la cuenta del llamado “Plan
Cóndor”, la campaña de represión
política y terrorismo de Estado organizada por varias dictaduras
latinoamericanas con el respaldo de Estados Unidos y el objetivo de erradicar
de la región toda actividad socialista o comunista.
“Los sospechosos -casi siempre, personas a
quienes se atribuía una conexión con movimientos de izquierdas- eran
secuestrados y transportados a centros de detención repartidos por todo el país,
donde eran recluidos y, en la mayoría de los casos, sometidos a torturad
sistemáticas. Periódicamente, en general dos veces por semana, algunos de los
reclusos eran seleccionados por sus captores, e informados de que iban a ser
"trasladados" a algún otro centro “en el que el trato era mejor, tal
vez una prisión en la Patagonia”. En lugar de eso, hombres y mujeres, muchas de
ellas embarazadas, eran sedados con pentotal sódico, cargados como mercancía en
un avión y arrojados en pleno vuelo a las aguas del Río de la Plata, donde
morían ahogados.
“Los cuerpos sin vida de algunos de ellos, y
de algunos otros ejecutados antes de subir al avión, acababan apareciendo poco
después en la costa uruguaya o en la de Santa Teresita (Buenos Aires),
presentando golpes y síntomas evidentes de haber caído desde una gran altura”
(Nando Salvá, El Periódico). En el caso de las embarazadas, daban a luz antes
de ser arrojadas al mar y sus hijos fueron entregados a familias de militares
que les cambiaban el apellido y les ocultaban sus orígenes. Esos niños son los
hijos y nietos que durante varias décadas han buscado las mujeres del pañuelo blanco
en la cabeza, las Madres y Abuelas de la Plaza de Mayo: en varios casos la
insistencia ha dado en el clavo “rescatando” a los adultos de hoy que fueron aquellos niños
–bebés casi todos- que sus madres no llegaron a conocer.
Según el realizador
del documental, el hecho de que los cadáveres aparecieran tan pronto demuestra
que se trató de un plan preconcebido y perfectamente diseñado. Su padre,
Ricardo Gil Lavedra, formó parte del tribunal que en 1985 juzgó a los
integrantes de las Juntas: "La
mayor parte de los argentinos que nacieron después de 1983 –explica- no conocen
esos hechos, y por eso es importante que sigamos hablando de ellos. Para poder
transitar el presente y pensar en un futuro mejor, necesitan conocer el pasado
(…) Solo hablamos de hechos comprobados e irrefutables, contra los que no hay
opiniones ni propaganda que valgan. No quise que fuera una película ideológica,
que dividiera a los espectadores en bandos; quise que los uniera".
Tras el histórico proceso judicial contra las
Juntas impulsado en 1985 por el primer Gobierno democrático tras la dictadura,
presidido por Raúl Alfonsín, la investigación se vio interrumpida “tanto
por una serie de leyes aprobadas un par de años después como por la decena de
indultos decretados por el presidente Carlos Ménem entre 1989 y 1990”, que consiguieron
poner en libertad a cientos de militares, entre ellos algunos de los máximos
responsables del golpe como Jorge Rafael Videla”. Reanudada en 2006 durante la
presidencia de Néstor Kirschner, las últimas sentencias conocidas llevan fecha
de 2024.
Presentado en el último Festival de San Sebastián, el documental “Traslados” (1) llega a los cines al tiempo que el presidente Milei cuestiona la cifra de desaparecidos y y su vicepresidenta, Victoria Villaruel, reivindica abiertamente la política de la Junta: "A diferencia de lo que pasó en España -continúa el autor- en mi país finalmente podemos decir que se ha hecho justicia, hay más de setecientos militares presos, y muchas familias pudieron enterrar a sus muertos y tienen un lugar donde ir a llorarlos. Eso habla bien de nuestra sociedad (…) La película quiere dejar eso claro pero también pretende advertir sobre los peligros del olvido, algo que me parece imprescindible (…) La gran mayoría tenemos muy claro que la única forma de curar esa herida es a través de la memoria, la verdad y la justicia".
No obstante, es el propio Nicolás Gil Lavedra
quien evita adoptar un tono triunfalista y advierte sobre las lagunas de una
investigación que dura ya más de cuarenta años: “Hay
mucho que no sabemos por el pacto de silencio. Lo que hacían los militares era
involucrar a tanta gente en los traslados, que después nadie podía hablar.
Porque si hablaba uno, caían todos”.
(1) “Traslados” se puede ver en los cines de Madrid
a partir de este viernes 27 de junio de 2025.
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