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Fotografía La Clau (*) revista de Catalunya Norte y Sur |
"El
exilio es un oficio duro" (Nazim
Hikmet)
El viernes 21 de febrero de 2014, coincidiendo con la
conmemoración del 75 aniversario de “La Retirada”, en la localidad francesa de
Valmy se inauguró el Memorial del campo d’Argelès-sur-Mer, un homenaje
a los 200.000 republicanos españoles que protagonizaron un doloroso episodio de
la inmediata posguerra cuando, en 1939, escapando de la represalia franquista y
tras atravesar la frontera con Francia, acabaron internados en el campo de concentración
de esa localidad.
El drama de La Retirada
En febrero de 1939, casi medio millón de republicanos
atravesaron la frontera -un tercio de los cuales eran mujeres, ancianos y
niños- tras el aplastamiento de la Segunda República y la victoria de las
tropas “nacionales” del general Franco, quien inmediatamente se convertiría en
dictador absoluto y se mantendría durante casi cuarenta años en el poder.
Lo que indudablemente fue un dramático y
multitudinario acontecimiento histórico se conoce en Francia, lugar de acogida
de los prófugos, con el apelativo español de “La Retirada” (aunque en
ocasiones, los medios de comunicación afrancesan la palabra convirtiéndola en
“Retirade”). La Retirada, en
suma, es una forma de nombrar el éxodo de los refugiados españoles de la guerra
civil. En un primer momento, las autoridades francesas subestimaron la amplitud
del fenómeno: en marzo de 1939, había 264.000 españoles en los campos de los
Pirineos orientales, mientras que toda la población de ese Departamento era de
menos de 240.000 personas.
La Retirada significó también una aportación humana y
cultural a los Pirineos orientales. Una parte importante de aquellos refugiados
optó después por quedarse a vivir en Francia y fundar allí sus familias para
terminar, con la sucesión de generaciones, adquiriendo un peso demográfico,
económico y cultural importante en toda la zona. Entre los exiliados más
célebres se encontraban el músico Pau Casals, el poeta Antonio Machado y el
escultor Antoni Clavé.
El gobierno francés de la época, presidido por el
radical Edouard Dalaier (quien aplicó el decreto-ley de 12 de noviembre de
1938, que establecía el internamiento de “indeseables extranjeros”, con la
ampliación de la ley de 18 de noviembre de 1939, que permitía “el internamiento
de cualquier individuo, francés o extranjero, considerado como peligroso para
la defensa nacional o la seguridad pública”), eligió la playa de
Argelès-sur-Mer para acoger a las legiones de republicanos españoles en busca
de refugio. Más de 200.000 vivieron allí en condiciones extremas, antes de ser
posteriormente repartidos por los campos de Saint-Cyprien, Barcarès, Bram y
Vernet.
Los primeros refugiados llegaron a finales de 1938 y
principios de 1939. La caída de Cataluña en manos de los falangistas, el 26 de
enero de 1939, fue el inicio del éxodo masivo. En un primer momento, y ante la
imprevista afluencia de militares y civiles, el gobierno del Front Populaire
propuso a Franco organizar una zona neural, entre Andorra y Port-Bou, iniciativa
a la que el dictador se negó, considerando a los huidos como prisioneros de
guerra. El 27 de enero, el gobierno francés abrió completamente la frontera, en
principio solo para civiles, guardias móviles y el 24 regimiento de tiradores
senegaleses. A su llegada a territorio francés, a los refugiados se les
despojaba de todo cuanto llevaban encima: armas, y también joyas y dinero. A
partir del 28 de enero, el dispositivo de filtrado se convirtió en protocolo de
acogida.
A partir del 5 de febrero se autorizó a cruzar la
frontera a todo lo que quedaba en pie del ejército republicano: 250.000
combatientes. El mismo día abandonaban el país los presidentes Juan Negrín
(Gobierno), Manuel Azaña (República), Martínez Barrio (Cortes), Lluis Companys
(Generalitat) y José Aguirre (País Vasco). Los últimos aviones republicanos
cargados de fieles a la República española aterrizaron en Carcassone, y entre
los últimos contingentes que atravesaron la frontera a pie se encontraba la
División Durruti, con todos los prisioneros capturados en las trincheras. La
frontera se cerró definitivamente el 9 de febrero. A partir de ese momento, la
policía y los servicios de inteligencia de la dictadura franquista controlaron
los pasos fronterizos; lo que en ningún momento impidió que el goteo de
clandestinos se prolongara durante meses, e incluso años.
Los campos
En todos ellos dominaba la improvisación, en todos
faltaban colchones, medios para calentarse, servicios sanitarios.
Posteriormente, el ejército francés alquilaba mantas pero la comida se
consideró siempre insuficiente. Los españoles llegaban extenuados, tras un
período de fatigas y privaciones, lo que era un caldo de cultivo propicio para
la propagación de epidemias. En los principales campos se instalaron hospitales
de campaña y, pese a que los refugiados eran puestos en cuarentena a su
llegada, hubo varias oleadas de difteria, tifus, sarampión, paperas y
tosferina. En general, se vacunó a los niños recién llegados. Se dieron numerosos
casos de familias separadas, muchos niños se encontraron solos. Para remediar
esta situación, los periódicos de la zona (L'Indépendant des
Pyrénées-Orientales y Le Populaire) ofrecían sus páginas para publicar anuncios
gratuitos que permitieran encontrar a los miembros de la familia dispersos. Por
su parte, los exiliados españoles crearon sus propios periódicos como Voz de
Madrid (financiado por el gobierno Negrín), España Expatriada (publicado por
Solidaridad Internacional Antifascista), Reconquesta (órgano de la Alianza
Nacional de Cataluña), Treball y Midi (publicaciones del Partido Socialista
Unificado de Cataluña, PSUC).
Los exiliados durante la segunda
Guerra Mundial
De toda esta parte de nuestra historia más reciente se
ha escrito mucho, incluso han escrito sus protagonistas, que van desapareciendo
poco a poco; pero no está de más recordarlo. Al declararse la Segunda Guerra
mundial, la mayoría de los republicanos españoles exiliados fueron enrolados en
compañías de trabajadores extranjeros, convertidas por el gobierno
colaboracionista de Vichy en agrupaciones de trabajadores extranjeros. A
finales de 1940 había 200.000 españoles trabajando en esas agrupaciones: 75.000
en las fortificaciones, 25.000 en las filas de la organización Todt (ingeniería
civil y militar de la Alemania nacionalsocialista), 20.000 en las minas y la
agricultura y el resto en distintas fábricas. La entrada de Francia en la
guerra, en septiembre de 1939, acentuó la represión de los exiliados, algunos
de los cuales acabaron deportados a campos de exterminio nazis.
Un rincón
para la memoria
Desde hace algunos años, en Argelés-sur-Mer se está
llevando a cabo un trabajo de recuperación de la memoria con la creación de la
asociación Fils et filles de républicains espagnols et enfants de l’exode (Hijos
e hijas de republicanos españoles y niños del éxodo, FFREEE), la apertura del
Centro de Interpretación y Documentación sobre el Exilio y la Retirada (CIDER),
la colocación de monumentos conmemorativos (monolito en el paseo frente al mar,
estela en la Playa Norte, cementerio de los españoles), etc. Ahora, la
inauguración del Memorial significa para los supervivientes, y sus hijos y
nietos, uno de los puntos culminantes de la tarea de memoria que se han fijado.
En Valmy, al pie del macizo de Albères, un grupo de
montañas muy cerca de Perpignan y a pocos kilómetros de Gerona que forman la
parte más oriental de la cordillera pirenaica, el Memorial ocupa lo que fue la
antigua sala del CIDER, integrada en un conjunto patrimonial. “Su objetivo es
materializar el trabajo de recuperación de la memoria ya realizado y
presentarlo a todos los públicos de manera pedagógica”, explica Jacqueline
Payrot, concejal adjunta encargada del Patrimonio y la Catalanidad de la
localidad. En la instalación del Memorial han colaborado entre otras las
asociaciones FFREEE y CIDER, los archivos departamentales, el laboratorio
ICRESS (Instituto catalán de investigación en ciencias sociales, perteneciente
a la Universidad de Perpignan) y el Museu Memorial de l’Exili de la Jonquera.
Coincidiendo con los actos conmemorativos del 75
aniversario de la Retirada, y la inauguración del Memorial, entre los días 20 y
23 de febrero de 2014 se han organizado, tanto en La Jonquera como en las
localidades de Argelés-sur-Mer y Colliure, una serie de actos (marchas,
conferencias, talleres, exposiciones, visitas, representaciones teatrales,
etc.), de las que puede encontrarse referencia en la página web España en el
corazón (Espagne au coeur, http://espana36.voila.net/exil/exil.htm), que con
enorme entusiasmo mantienen actualizada permanentemente los hijos y nietos de
aquellos republicanos que pasaron la frontera huyendo del franquismo y
sufrieron todo tipo de penalidades en los campos; muchos de ellos acabaron
participando en la Resistencia francesa contra la invasión nazi y luchando en
el ejército francés hasta la liberación de París en agosto de 1944, integrando
la primera columna que entró en la capital.
Caminos del exilio
Paco Ibáñez (Publicado en la página Espagne au cœur)
Cuando los fascistas tomaron
Barcelona, mi padre –que había tenido cargos en las Juventudes Anarquistas-
siguió el éxodo con todos lo que, como él, estaban amenazados. Mi madre, mi
hermana, mi hermano y yo, fuimos a vivir a casa de una tía, en un
caserío de San Sebastián, en el País Vasco. La obsesión permanente era poder ir
a Francia a reunirnos con el padre, encontrar suficiente dinero para pagar a un
«pasador». Durante años fue como tener una vida provisional, un purgatorio.
Estábamos a la espera, en la antecámara de Francia, la auténtica vida se
encontraba en otra parte. Pasé mi infancia evadido…
(…) Hay otra forma de exilio, aún más terrible, cuando
regresas a tu país. Sentir que eres extranjero en tu casa, a caballo entre dos
fronteras, entre dos culturas. De una parte los valores adquiridos durante la
infancia, de otra los recibidos en otro lugar. Mis raíces se encuentran allí donde
nací, en Valencia. Pase lo que pase, perteneces al primer aire que respiras, al
primer viento que te roza la piel; pero tanto en España como en Francia me
miran como a un extranjero. Soy un exiliado permanente, para siempre, dotado de
la capacidad de integrar igualmente los valores franceses y españoles; pero se
trata de una suerte que uno no acepta jamás. Para mí, exigir que no haya
fronteras es una reivindicación desesperada, total.
Es una aventura personal pero si fuera solo eso yo no
hablaría por pudor, no cantaría para contarlo. Millones de hombres viven la
misma aventura. El poema de Luis Cernuda “Un español habla de su tierra”,
puede referirse también a un chileno, un argentino, un afgano… El exilio es una
enfermedad segregada por la historia y la razón de Estado. El exilio es una
cárcel.
(*) Revista La Clau: http://www.la-clau.net )
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