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Ebrahim Raissi |
Impidiendo que muchos candidatos –de la oposición y
reformistas conservadores- pudieran presentarse a la elección presidencial del
pasado sábado, 19 de junio de 2021, el omnímodo poder religioso iraní ha dado
la victoria al ultraconservador Ebrahim Raissi, de 60 años, “candidato del
orden y la moral”, hasta ahora jefe de la Autoridad Judicial de un país que con
83 millones de habitantes es una de las últimas teocracias del planeta, y
persona muy cercana al Guía Supremo, la máxima autoridad iraní.
Raissi –quien en 2017 perdió la presidencial frente a
Hassan Rohani, vencedor de dos legislaturas, la primera en 2013 - ha conseguido
el 61,9% de los votos emitidos en una
elección que contado con el índice de participación -48,8%- más bajo desde la
creación de la República Islámica de Irán en 1979. Sucede a Hassan Rohani,
cuyos dos mandatos se “saldan con un fracaso, especialmente en el aspecto económico”,
quien deja “(…) un país gravemente afectado por una inflación
galopante y por las sanciones de Estados Unidos tras su salida de los acuerdos
en materia nuclear”.
Raissi, legido para ejercer de presidente durante los próximos cuatro años tendrá sin
embargo, como sus antecesores, un margen de actuación “muy limitado” toda vez
que el Jefe del estado es el Guía de la Revolución, o Guía Supremo, puesto que
desde 1989 ocupa el ayatolá Alí Jamenei, quien controla directamente el
ejército, la policía, los medios de comunicación estatales y los Guardianes de
la Revolución, institución paramilitar “de defensa del régimen”. También es quien elige los candidatos que
pueden acudir a la elección presidencial, y a las legislativas.
Ebrahim Raïssi es un clérigo chiíta salido del
seminario con el rango de « hodjatoleslam », inferior al de ayatolá,
pero que por familia es también un “seyyed” (descendiente del profeta Mahoma),
por lo que puede llevar el turbante negro, “una distinción muy popular entre el
electorado piadoso”, según las agencias internacionales.
Lo mismo que el ayatollá Ali Jamenei, actual Guía
Supremo de la República Islámica, Ebrahim Raissi nació en la ciudad santa de
Mashhad, la segunda mayor aglomeración del país. En 2016, el propio Jamenei le
nombró director de la fundación religiosa Astan Quds Razavi, un imperio
económico que se ocupa de la gestión del mausoleo del imán Reza, octavo sucesor
de Mahoma, un lugar de peregrinación que recibe miles de millones de euros en
donaciones y que es a la vez “una
organización caritativa y un holding que posee bienes inmobiliarios, terrenos
agrícolas y empresas que van desde la construcción hasta el turismo pasado por
la agroalimentación”.
Tres años más tarde,
en 2019, Raissi recibió de Jamenei el encargo de “luchar contra la corrupción”
desde la presidencia de la Autoridad Judicial iraní, lo que le ha permitido ir
liquidando posibles “adversarios” políticos,
como su predecesor Sadeq Larijani, hermano del candidato Ali Larijani, a quien
los poderosos Guardianes de la Revolución han impedido participar en este
escrutinio que Raissi ha ganado presentándose como “el adversario de la
corrupción, la ineficacia y la aristocracia”
de un país “asfixiado por las sanciones internacionales, en el que “las
clases medias y populares están agotadas de luchar contra la inflación y el
paro” y que “40 años después de hacer la revolución ha llegado a hacer la cola
para comer”, según la crónica de Fabien Jannic-Cherbonnel, enviado especial de
France Télévisions, la televisión pública francesa. .
En
cuestión de “costumbres”, Ebrahim Raissi –al que una parte de la población
recuerda por su participación en “las purgas” que tuvieron lugar en 1979, tras
el derrocamiento del Sha Reza Palhevi y la revolución encabezada por el ayatolá
Jomeini- es un ultraconservador tradicionalista, conocido por haber prohibido
en 2016 los conciertos de música pop/rock íraní en su ciudad de Mashhad, cuando el
género empezaba a triunfar y se prodigaba en otras ciudades del país, y sobre
todo por ser yerno del ayatolá Ahmad Alamolhoda, representa del Guía en la
provincia de Khorasan.
La
avanzada edad del Guía Supremo, 82 años, y sus problemas de salud hacen que muchos
vean al recién elegido presidente como su sucesor, máxime cuando desde hace
pocos meses ocupaba también el cargo de Vicepresidente de la Asamblea de
Expertos, organismo encargado de elegir un Guía en caso de desaparición del
actual.